Vivimos en un mundo en el cual hay malas y buenas noticas que nos afectan emocionalmente de una manera positiva o negativa. Somos propensos a vernos afectados por los problemas del día a día, a veces queriendo que sea un nuevo amanecer para volver a comenzar de nuevo después de una jornada desastrosa y a veces queriendo que no se acaben las horas por el momento grandioso que estamos pasando.

Pero hay algo que no tenemos claro aún, la vida es una dualidad de emociones y momentos buenos y malos, por lo cual muchos no estamos preparados para ninguna de estas ocasiones. Es muy peligroso cuando no somos emocionalmente maduros, ya que a muchos de nosotros nos controlan las emociones, ocasionando problemas internos con nosotros mismos y con el resto de personas que nos rodean.

Las emociones de felicidad cuando ellas nos controlan pueden ocasionar un vacío en nosotros si no son bien manejadas. Como ejemplo, somos muy felices con nuestra pareja, pero por A o B circunstancia la relación no pudo continuar, ocasionando una depresión muy profunda que a veces es insuperable ya que dependimos emocionalmente de esa persona para ser felices, pensamos que fuimos tan afortunados de tener esa persona que nada ni nadie puede volver a darnos esa felicidad, cerrándonos a volver amar, a volver a sentir por miedo a que otra relación no nos pueda dar lo que nos causaba tanta alegría, cuando en realidad la felicidad está en nosotros mismos. Igualmente, la desilusión que sentimos cuando alguien nos lastima ocasiona que no podamos volvemos a confiar y nos cuesta volver ser los mismos.

Nada se compara con la sensación de conseguir un ascenso, nos ponemos muy felices, tan contentos que es el único motivo de felicidad haciéndonos olvidar de otras cosas buenas que tenemos en la vida, haciendo que nuestra alegría dependa de ese ascenso obtenido. Piensas que nada podría cambiar esa felicidad del momento, hasta que llega una pandemia y tu empresa tiene que cerrar. Nadie se lo imagino, y esa emoción de felicidad descontrolada que teníamos antes se transforma en depresión y tristeza, lo cual es normal, el problema es cuando no controlamos la emoción de felicidad absoluta que sentimos antes ya que la transformación de esta emoción a tristeza es de la misma magnitud, es decir si nos sentimos extremadamente felices por cualquier motivo, y este motivo desaparece nos vamos a sentir extremadamente triste por la misma razón, generando en nosotros emociones negativa que nunca nos van ayudar a superar la situación por la que estamos pasando, por la simple razón de tener pensamientos negativos en nuestra mente es inevitable que todo empeore, todo esto a causa de la ausencia de felicidad creada por cualquier motivo.

Sentir tristeza es normal, todos alguna vez nos hemos sentido triste, pero de igual manera el problema reside en como manejamos esta emoción, ya que esta es la que más consecuencias nos trae si no sabemos controlarla. Este sentimiento nos puede sumergir en depresión ocasionando problemas de autoestima, vicios, negatividad, enfermedades y un sinfín de dificultades que nos puede causar, haciendo que todas las situaciones que tenemos en el momento se vean insuperables.

Debemos entender que siempre vamos a tener problemas, y que todo tiene solución excepto la muerte. Que no debemos ahogarnos en un vaso de agua, ni hacer drama ni pensar “¿por qué me pasa esto a mí?”. Todo está en la mente, no veamos las adversidades como una pérdida o castigo. Saquemos lo mejor de la situación por la que estamos atravesamos, veamos los problemas que tenemos como parte de un aprendizaje que la vida nos está otorgando, a la final los obstáculos que resolvemos y le hacemos frente nos hacen más fuertes y más sabios.

La vida es un vaivén de emociones y momentos, pero nada de esto es para siempre, todo es temporal. Las buenas y las malas ocasiones desaparecen como el sol en la noche y la luna al amanecer; todo pasa, ningún sentimiento de tristeza o felicidad son para siempre, habrá momentos de alegría y momentos de melancolía. Acéptalos como parte de la dualidad de la vida, es la naturaleza de existir.

Debemos ser fuertes para aceptar todo lo que conlleva vivir, tener inteligencia emocional para no dejarnos dominar por lo que sentimos en el momento, las personas más felices y exitosas son las que dominan sus emociones. Encontrar un equilibrio del sentirse bien no es fácil, primero hay que aceptarse y amarse con todas las virtudes y defectos que tenemos que es la clave para conocerse y controlar lo que pensamos y sentimos.

Si pensamos en negativo solo atraemos cosas negativas y si somos agradecido con la vida y pensamos en positivo seremos un imán que atrae buenos momentos y energía positiva a nuestra existencia.

Hay una hermosa metáfora del escritor Kahlil Gibran que se relaciona con el miedo de la transformación y aceptación de nuestro ser.

Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo. Mira para atrás todo el camino recorrido, las cumbres, las montañas, el largo y sinuoso camino abierto a través de las selvas y poblados, y ve frente de sí un océano tan grande, que entrar en el solo puede significar desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera, el río no puede volver. Nadie puede volver. Volver atrás es imposible en la existencia. El río necesita aceptar su naturaleza y entrar en el océano. Solamente entrando en el océano se diluirá el miedo, porque solo entonces sabrá el río que no se trata de desaparecer en el océano, sino en convertirse en océano.

FIN

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