No me quieres ni la
décima parte de lo que dices
He quemado las
camelias rojas que me diste
Por suerte tus
recuerdos están escritos en arena y mi promesa en piedra
Prefiero escuchar el
eco de mi respiración
No habrá sangre en
nuestra cama matrimonial
Y el anillo me quema
el dedo anular.
No soy de aquellas a
las que les puedes dar una sentencia de por vida
No soy de las que
puedes elegir para ser tu esposa
Aunque te he alejado
hace diez días
El día esta precioso
para usar el vestido nupcial
Camino por la
cuidad, descalza, y sin maquillaje
Entre lo mundano, lo
elegante y lo poco excepcional
Me preguntan si me
han dejado plantada y casi escucho sus llantos
No, nada de eso
Soy la novia de la
melancolía
Y mi propia esposa.
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