Intento
verme
en
todos los espejos,
y
en todos, acabo
mirándome
de perfil,
nunca de frente.
Por
los espejos derribados,
descienden
tumultos de serpientes,
muchedumbres
de demonios,
y
aunque su lumbre no sirva
para
iluminarme, me veo, me sonrío,
narciso
que viaja en tren ajeno.
En
las escarchas, y en las flores,
regresan
siempre las aguas turbulentas,
y
sólo por grandes telescopios, sé de la existencia
de
la luna.
En
traje oscuro, viaja mi sed imposible.
©
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