Dos cafés en cuarentena

Dos cafés en cuarentena

Marvimont

13/10/2020

Todo parecía estar en orden. Una minuciosa planificación me había garantizado el cumplimiento de compromisos asumidos tiempo atrás. Especialmente uno que ocupaba mis pensamientos gran parte del día, pues se trataba de celebrar un reencuentro largamente soñado. Soñado por mí, es justo aclarar. Lo cierto es que, apelando al alineamiento de los planetas, despejada la agenda laboral, avizorado el fin de semana largo y dispuesta a dejarme llevar por la corriente (al fin!) a favor…marqué con un círculo rojo en el almanaque el día que tendría lugar mi viaje hacia lo desconocido…Porque, seamos honestos, después de más de 30 años… cómo saber con qué y con quién me iba a encontrar?! Factor sorpresa aparte, íntimamente deseaba que fuera con todas las respuestas: a las preguntas que nunca hice, a mis teorías conspirativas, a ese persistente querer saber qué clase de flor o hierbamala fui en el jardín de su vida. Al fin y al cabo, si todavía lo nombro, es porque él fue especial en el mío. En fin. Estaba por contactarme para coordinar esa reunión,- buscando la forma más breve y amena de hacerlo, ya que mi espíritu estaba tomado por la ansiedad y por el temor de llegar tarde adonde el olvido ya había echado su manto -, cuando algo impensado trastocó la realidad por completo y convirtió mis planes en nada. Una pandemia. Aislamiento obligatorio,cuarentena, distanciamiento social, el mundo asolado por un nuevo virus cuya capacidad de daño nos quitó el ilusorio control que teníamos sobre nuestras vidas, nuestras acciones, nuestros proyectos. Algo tan lejano e improbable se adentró en nuestra rutina como un tsunami y en cuestión de días no quedó en pie ni una sola de mis estructuras… El tiempo, que antes fue oro y escaso, ahora fluye lento y desprovisto de un fin específico. Por eso, entre temporadas de series, experimentos culinarios, tejidos inconclusos y exceso de redes sociales para mitigar las ausencias, dedico grandes momentos del día a mi encuentro conmigo. Y con mi gato, que tiene la sabia costumbre de darme espacio e irse…para después volver. Así las cosas, cebando el mate de la reflexión, me asomo hacia adentro y me doy cuenta que llevo un mes de libertad condicionada y más de la mitad de la vida presa voluntaria de un nombre y una idea. Pienso entonces que:
Hay recuerdos que se obstinan en permanecer, y encadenan el alma sin sosiego.
Hay respuestas dadas mucho antes de haber formulado las preguntas.
Hay seres destinados a cruzarse en el momento equivocado. Y se dejan ir sin resistencia.
Hay encuentros olvidables y desencuentros que viven para siempre…
Volviendo a la cita fallida, tal vez, y sólo tal vez, no fue culpa de la pandemia sino de un error de interpretación de texto. Un error mío, nuevamente es justo aclarar. Una escucha lo que quiere oir. Tal vez, y sólo tal vez, una firme voluntad la hubiera concretado mucho antes que se desatara el caos.
Pero hay dos cafés que no fueron servidos en algún bar de una ciudad que ahora está desierta.
El deseo es siempre deseo insatisfecho. Es su condición para existir. Otra vez será.

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