A cada paso se contonean, atrapadas en su envoltorio amarillo, sus caderas rebotan contra cada costura, contra cada pliegue de la minifalda, dejando mucho al descubierto y mucho más a la imaginación.

La sala de clases vibra, con el eco de cada modulación, de cada palabra, de cada suspiro. La voz del profesor rebota en las paredes desgastadas, en la pintura pálida y envejecida, también en las grietas del techo, donde asoman como raíces herrumbrosas, algunas cabillas. La monótona voz describe algo sobre la formación del universo, algo que casi nadie en el aula cuestiona, discute o escucha, las mentes de tres decenas de jóvenes adolescentes, vuelan lejos de aquel encierro, navegando en las calles circundantes, en las noches de fiesta, en el malecón, en la música, en el sexo, en la pacotilla, en los yumas, en los fulas…en el fondo de la sala algunas mariposas baten sus pestañas, despacio, dulcemente, como alas de colores revoloteado coquetas en las flores, cerca de la puerta, al inicio del aula, Yasnier, se revuelve en el pupitre, mira insistente la pantalla de su teléfono celular, la cansina voz del profe, ahora parece que habla de agujeros negros…negros tiene los ojos Mislaidy, la mariposa más sabrosa.

Pequeños y turgentes, parece que van a reventar la delgada tela, se aprecian un par de pezones oscuros, enhiestos en la velada transparencia de la blusa alba. Sus hombros suben y bajan al ritmo de sus pasos, como en una danza, revoloteando, como el vuelo de la mariposa entre las flores, el contorno de la corta falda, deja adivinar unos glúteos redondos y duros, que saltan al caminar, como animalitos nerviosos atrapados en la tela, más abajo, torneadas piernas caoba claro, resaltan contra las blancas zapatillas.

El chulo se levanta, sin mediar palabra, sin pedir permiso, sin disculparse, se escurre de la sala, camina aprisa por el pasillo vacío, la monótona voz, que habla de nebulosas y planetas, se va convirtiendo poco a poco en un murmullo. En una sucia y estrecha calle, cuyas venas abiertas drenan aguas malolientes, un moreno, flaco y desgarbado, observa su teléfono móvil, de pronto la pantalla se enciende y se le dibuja una sonrisa ancha, donde asoma un destello dorado.

Ella, la mariposa, es de calidad, no hace nada por menos de cien fulas. El chulo lo sabe, es más, él le pone precio a todas sus ninfas, pero esta es la más cotizada, hoy pedirá por lo menos doscientos, depende por supuesto del cliente, mientras más paguen, mejor, hay que mojarle la mano a mucha gente. Si el cliente es un tipo o una tipa con muchos baros, le puede hacer un paquete e incluirle algunas sorpresas.

La mariposa caoba claro, sabe que está buena, sabe que gusta mucho a los hombres…también a las mujeres, se dio cuenta pronto, recién a sus tempranos doce años, cuando el degenerado de su tío Orestes, envuelto en sus sempiternos velos de alcohol, le pellizcaba los muslos desnudos y la atrapaba por la cintura, cuando fingía visitar a su madre, entonces la sentaba en sus piernas y ella sentía su pene, duro como un bate de béisbol, palpitando nervioso, debajo de sus nalgas. Nunca dijo nada, de hecho, le gustaba sentirse deseada, percibir como le subía una agradable cosquilla desde su entrepierna, entonces comenzó a preguntarse qué tan puta era, igual todo parecía un juego, hasta que pasó lo inevitable, un día estaba sola en casa y el tío apareció, fingiendo otra visita. Ese día, con solo trece años, perdió su virginidad, fue desagradable, un coito rudo, desgarrador, agresivo, envuelto en el aliento agrio y alcohólico del tío, luego él se subió los pantalones, le pegó una fuerte nalgada, la amenazó con hacerle daño si le contaba a alguien y se marchó de un portazo, ella se quedó en la cama, echa un ovillo, llorando y moqueando, lo extraño es que no fue del todo malo…así que, a pesar del dolor, después se masturbó en la ducha y por un buen tiempo siguió siendo la dócil anfitriona de su alcohólico tío, justo hasta que él se aburrió de ella.

El chulo hace una seña al conserje y abre el pesado portón de la planta baja del enorme edificio de estilo clásico modernizado –antes sede del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, hoy día Preuniversitario Urbano “José Martí”–sale a la calle y camina varias cuadras hacia el interior de La Habana Vieja, alejándose de la zona turística. Apoyado en la pared el negro Lazo lo espera, al lado de su eterna bicicleta, al verlo sonríe, un destello dorado se asoma entre sus gruesos labios.

  • ¿Qué bolá acere? –dijo Yusnier, mientras le da un ligero abrazo.
  • ¿Qué bolaita el mío? –dijo el negro Lazo, devolviendo el abrazo.
  • ¿Qué hay negro? –dijo Yusnier –mira que tengo que regresar antes de que termine la clase con el profe Osvaldo.
  • Na hermanito, lo que hay es un buen bisne –dijo el negro Lazo –unos gallegos que quieren fiesta de la buena.
  • Ok acere, ¿cuántas ninfas? –dijo Yusnier –pero necesito saber quién te pasó el dato.
  • Coño bro, no te preocupes, me dio el pitazo Irmita, la mucama del Melía, los tipos son tres y tienen un baro largo –dijo el negro Lazo –yo creo que seis ninfas estarán de lujo, vaya pa que formen una buena recholata.
  • ¿Cuando vemos a los gallegos pa ponernos de acuerdo? –dijo Yusnier.
  • Quedamos esta misma tarde, a las cinco, en la paladar de Urbano –dijo el negro Lazo –ellos están quedándose en el hotel, pero vienen pacá en el perol.
  • Ok hermano, pero ellos saben que no es bara la cosa, ¿verdad? –dijo Yasnier – mira que no quiero lio con eso, hay que untarle la mano a mucha gente, incluida la fiana.
  • Coño el mío, no hay drama, te lo juro por esta –dijo el negro Lazo besando la cruz formada entre sus dedos índice y pulgar –vamos a forrarnos esta vez.
  • Bien negro, voy a regresar al pre –dijo Yusnier, mientras choca el puño a modo de despedida –nos vemos a las cinco en el paladar de Urbano.

La clase casi toca a su fin, Yasnier entra al aula como un fantasma –estaba en el baño profe –se excusa –toma asiento en su pupitre, su compañero de mesa le sonríe, pero Yasnier no lo mira, el profe hace una ligera inclinación de cabeza y habla acerca de la tarea que será revisada la próxima clase, el chulo no presta atención, tiene la cabeza en otra parte, en el fondo de la sala, las mariposas revolotean, los ojos negros de Mislaidy le taladran la nuca. Por fin termina la clase, sus miradas se cruzan como espadas, el profe recoge el libro de clases, le hace una seña, el chulo la devuelve, luego salen y se dirigen al patio.

La mariposa lo conoce, cuando él la mira, ella sabe que hay un bisne entre manos, lo ve salir con el profe Osvaldo y confirma que también está en la jugada. Seguro que con la movida,podrá ganarse unos buenos billetes, está ahorrando para comprarse unas cobas y regalarle algo a su mamá, también tiene una huaca para su proyecto más importante, pirarse de la isla y dejar de vender su culo por tan poca plata. Como en un descuido extrae un pequeño espejo de su mochila, la imagen perfecta de sus ojos negros rebota en el vidrio, los circundan unas pestañas cuidadas y rizadas, que abanican con estudiada coquetería, más abajo la nariz recta y respingada, descubre al gallego caliente que se templó a su negra bisabuela, se retoca los carnosos labios con un poco de brillo, la cara es un lindo conjunto, inocente y puro, solo los profundos ojos delatan su fuego.

Llega a la paladar de Urbano a las cuatro y media, se sienta en una mesa del fondo, debajo del aparato de aire acondicionado y deja que el chorro de aire frío le pegue en el cuello, el negro y los gallegos todavía no llegan, Darianis, la camarera rubiecita de grandes nalgas, le sirve un refresco de limón muy helado, lo conoce desde hace rato y sabe lo que le gusta, le sonríe coqueta y le llama “papi”, él le devuelve la sonrisa y le acaricia la mano, luego le hace una seña y ella obediente se acerca, él le habla un par de palabras al oído, ella luce muy interesada y asiente, luego se da la media vuelta y se aleja, él observa el vaivén de sus caderas sometidas por la corta falda negra, sabe que debajohay un premio que se cotiza muy bien en fulas.

A las cinco y diez llega el negro con los gallegos, cuando hace contacto visual, él le hace una seña y se dirigen a la mesa, los tres españoles son hombres de más de cuarenta, uno de ellos tal vez pasa de los cincuenta y tiene cara de depravado, le alarga una mano regordeta y húmeda que Yasnier apenas estrecha, grandes manchas de sudor en las axilas, adornan su camisa. Se llama Pedro, pero le dicen el Curro – dice con orgullo, como si eso fuera un atributo –los otros son Domingo y José, y en realidad son de Las Palmas de Gran Canaria. Después de las presentaciones, la rubiecita Darianis les sirve unas cervezas y se retira enseguida.

  • Bueno amigos, me dice el negro que andan de vacaciones y quieren ir a una buena fiesta –dijo Yasnier.
  • Vale, vale amigo –dijo el Curro – ¿sabes tú donde hay un buen sitio pa ir a bailar?, un lugar con tías lindas por supuesto.
  • Coño amigo, en La Habana hay un montón de lugares pa ir a echar un pasillo –dijo Yasnier –pa eso no tienes que venir hasta acá a preguntarme.
  • Oye que bolá el mío, estos andan buscando unas jevitas acere –dijo el negro Lazo – y yo les dije que tú eres la fiera en eso mi hermano.
  • El problema es que no conocemos a los amigos –dijo Yasnier –puede que no sean quienes dicen ser o no tengan las fulas suficientes.
  • A ver, a ver, me parece que Lazo no le explicó bien –dijo el Curro en voz baja mostrando un grueso fajo de billetes –tenemos buena pasta para gastar eh, él nos dijo que tú tienes lo que buscamos y que nos puedes mostrar.
  • Ok amigo, no hay tema, bien, bien, les enseño –dijo Yasnier poniendo sobre la mesa el teléfono móvil –el negro dice que les gusta la carne de primera y yo solo vendo de esa.
  • Vale, nos parece muy bien –dijo el Curro – ¿tienes fotos?
  • Tengo fotos y videos –dijo Yasnier –eso sí, con el audio bajo, no queremos que nos anden espiando de otras mesas.
  • ¿Y después podremos ver a las chicas en vivo? –dijo Domingo con una risita –nos gustaría conocerlas antes de la fiesta.
  • Miren amigos, la cosa es así, ustedes ven las fotos y eligen a las mariposas –dijo Yasnier –cuadramos el precio y mañana yo veo lo de la casa pa la fiesta, creo que, si todo sale bien, pasado mañana las tendrán durante todo el día, yo les aseguro que ellas van a superar todas sus fantasías, háganme caso, tengo mucha experiencia.
  • Coño, vamos que no tenemos dudas de eso, ¿vale? –dijo el Curro –es que es importante que las chicas además de estar ricas, sean jovencitas.
  • No hay tema amigos, en serio –dijo el negro –este man sabe lo que hace, lo que les va a mostrar es lo mejor de toa La Habana.
  • Hay un detalle importante –dijo Yasnier –el día de la fiesta se paga la mitad por adelantado, la otra mitad al final.

La noche es cálida y húmeda, en la tarde cayó tremendo aguacero, algunos charcos aparecen como manchas oscuras y lisas en la amplia acera del malecón habanero, de cuando en cuando, las luces de los carros rebotan en ellos y crean reflejos que les dan vida momentánea, luego se apagan semejando agujeros profundos y negros, Mislaidy da un brinquito y sobrepasa una de las manchas, al hacerlo su cuerpo, sujeto dentro de un ligero y entallado vestido de algodón blanco, vibra de manera provocativa.

No lleva ropa interior, la humedad de la noche se le mete en todos sus rincones, lleva unos veinte minutos caminando a la orilla del mar, abajo del muro, en el diente de perro, las oscuras olas rompen contra las filosas piedras y la espuma se vuelve de plata al contacto con la luz de la luna. Yasnier la toma del brazo al saltar el charco, le sonríe,cuando lo hace, observa como sus tetas brincan dentro de la ligera tela, parecen una pareja de enamorados, pero él chulo solo acompaña a su mariposa, ella está a la venta, como muchas noches, como cada noche, es una carnada apetitosa para que pique un jugoso pez turista…después de la faena, él la hará suya, la reclamará como cada noche.

El malecón está lleno de parejas que deambulan, las chicas solas son presa fácil de la policía, son sospechosas de ser jineteras y ejercer la prostitución, la cual es ilegal en la isla, sin embargo, todo el mundo sabe que es práctica habitual y muy extendida, desde que el turismo occidental la invadió después de la desaparición de la Unión Soviética en 1991, entonces la necesidad hizo que florecieran las mariposas, de todas las edades y colores, armadas con sus exóticas, cálidas y poderosas esencias a orgasmos caribeños.

Los gallegos escogen a sus presas, seis jovencitas, todas menores de edad, la menor de solo quince añitos, aunque parece mayor por el maquillaje, miran muchas fotografías a todo color, ellas posan como profesionales, mostrando todos sus encantos, luego en cortos videos exhiben sus sensuales movimientos y hablan sin inhibición de lo que están dispuestas a hacer, Mislaidy también conversa, semidesnuda desde un mullido sillón –lo único que no hago es dar el culo –dice con total tranquilidad –mientras juguetea con un pezón y se refiere a todo el placer que puede brindar –los gallegos no lo pueden creer, sentados debajo del potente equipo de aire acondicionado, sudan su ansiedad –este es el paraíso de las putas –dice el Curro apurando en trago de cerveza –el trato queda sellado, pagarán más de mil quinientos pesos convertibles por un día de placer.

Pasada la una de la mañana, Mislaidy llega a casa, vive en un pequeño y antiguo apartamento de la calle Virtudes, duerme en una barbacoa con su hermano menor, hoy la pesca en el malecón no fue buena, así y todo, llega a casa con su premio de cien fulas –más de lo que ganan muchos médicos especialistas en un mes –por soportar encima de ella por un rato a un gordo y grasiento alemán, que resoplaba como un animal herido y que afortunadamente se tardó solo unos minutos en acabar, aunque ya está inmune a casi todo, no puede dejar de pensar en el olor del tipo y se le revuelve un poco el estómago. Al final la noche terminó bien, Yasnier le hizo el amor y por un rato le hizo olvidar sus miserias, gozó el orgasmo que él le provocó, después fue magnánimo y le dio unos pesos de más.

Sube la estrecha escalera evitando el escalón roto que ya conoce de memoria, una luz mortecina amarillea en lo alto, cuando llega al final, la puerta del apartamento está entornada, la empuja, su padrastro de turno, de solo seis meses de antigüedad, en shorts, sin camisa y descalzo, está sentado en un balance de madera oscura, viejo y medio desfondado, una pierna cruza flexionada por encima del apoya brazos, en la mano izquierda un vaso con la mitad de su contenido, su madre arrodillada en el suelo, a medio vestir, levanta la cabeza del regazo del hombre y la mira con la mirada ebria y ausente, un rastro oscuro, como un parche negro le cubre un ojo, la habitación huele a tabaco, a alcohol, a violencia y a sexo, el hombre la mira con descaro, con los ojos vidriosos por la borrachera y la droga, que la recorren de arriba abajo, desnudándola, ella se escurre por el breve espacio entre la pared y el sillón, huyendo de la mano del hombre que le soba las nalgas con descaro, su madre, impotente e intoxicada, vuelve a dejar caer la cabeza en el regazo del hombre, un rastro de saliva se escurre por la comisura de sus labios, un rastro pegajoso de semen se enreda en su hirsuto pelo, Mislaidyescapa por hoy del hombre y de la deprimente escena, sube a su barbacoa, se desviste y se mete a la cama, abraza a su pequeño hermano, entierra su nariz en su rizado pelo y aspira el tierno olor de las violetas, luego, todavía despierta, sueña con ese día, cuando por fin pueda alejarse de toda la miseria, se duerme enseguida, pensando en cuanto aumentará sus ahorros con la plata que ganará en un par de días.

Todo está cuadrado, Yasnier está satisfecho, tiene la casa perfecta para la fiesta, la comida y el alcohol lo llevarán de la paladar de Urbano, las chicas estarán ausentes del pre todo el día, autorizadas y justificadas por el subdirector y el profe Osvaldo, eso solo costará unos veinte o treinta pesos convertibles, al portero le dará unos cinco por buena onda y porque cada vez que lo necesita lo deja salir sin decir ni pío, el negro le pasará la cuota a los polis para que no jodan. Con lo acordado los gallegos soltarán una buena cantidad de estilla y todos quedarán felices, ya se les advirtió que nada de golpes, aunque algunas de las chicas se dejan pegar nalgadas o bofetadas si eso les place a los clientes, Mislaidy es una fiera, es la mejor de sus mariposas, el Curro se quedó boquiabierto nada más la vio. Esta vez se van a forrar con estos gallegos calientes, después que termine la fiesta le pedirá a Darianis y a Mislaidy que se queden un rato con él, se merece un trío para relajarse cuando termine del trabajo de estos días.

Yace boca arriba, despierta después de un breve sueño, donde navegaba en un barco blanco con alas, mira al techo del cual cuelga una lámpara, cuyas luces semejan calas de vidrio nevado, a su lado Yasnier, el chulo, duerme con un brazo descansando sobre su torso y su mano sobre su seno, del otro lado a su espalda se acurruca la rubia Darianis, cuyas voluminosas y blancas nalgas sobresalen de la sábana, el aparato de aire acondicionado ronronea suavemente, manteniendo una temperatura agradable, la habitación huele a encierro, algo de humedad, alcohol, tabaco y sexo. Se escurre suavemente del abrazo y se sienta en la cama, hoy fue un día intenso, desde la mañana estuvieron con los gallegos, el llamado Curro y José eran los más activos, Domingo fue más rollo que película, bailaron, hicieron strip tease y singaron todo el día, tuvo que ponerse dura con el Curro, a pesar de lo que se negó, él intentó cogerle el culo, así que se defendió con unos pescozones, lo curioso fue que eso le gustó, así que por poco le pega una paliza, el cabrón terminó con la cara roja de las bofetadas y las nalgas marcadas de los cintazos que le propinó –nunca deja de aprender de las perversiones de los clientes –piensa –luego hicieron una orgía de todos contra todos y aunque no le gustan las mujeres, la pasó muy bien con Darianis, por eso cuando Yasnier le pidió que hicieran un trío no le disgustó, tener contento a su chulo es importante, además él le gusta mucho, cada vez que le hace el amor le provoca orgasmos.

  • Oye mulata, ven acá –dijo Yasnier meloso mientras la toma por la cintura.
  • Ven acá chica –dijo Darianis mientras le sonríe –aprovechemos, que ahorita tenemos que irnos.
  • Ok, ya voy –dijo Mislaidy – ¡coño ustedes son incansables!
  • Vengan mamis, ricas…muéstrenme como se quieren –dijo Yasnier.

Mientras la rubia la acaricia, Mislaidy piensa en lo que le dijo hace un par de días su chulo –“este país es el paraíso de las putas” –aunque más bien a ella le parece el paraíso de los pedófilos y de la prostitución. Ella es puta, desde pequeña, no lo puede negar, confía en que su culo la saque de pobre algún día, sin embargo, está segura que dejará todo esto atrás, la miseria de la calle Virtudes, la decrepitud de La Habana Vieja, los viejos grasientos, las vejaciones y los chulos, por mucho que le guste Yasnier y a pesar de que ahora mismo disfruta que la penetre y del orgasmo que le provoca, pero su meta es otra, otro paraíso, tal vez a noventa millas, en Miami, o al menos fuera de esta cárcel con barrotes de agua, esa cárcel que la inunda y la ahoga, robándole su libertad. Luego la mariposa deja de pensar, sus ojos negros se inundan de placer y sus alas revolotean sobre el jardín de piel, las húmedas sábanas y los quejidos dulces.

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