No sabíamos bien hacia donde avanzar, era confuso creo, un tanto teatral, pero íbamos juntos, extrañándonos y hallándonos por raticos fugaces y simples, pensabas que la vida, a fin de cuentas no era la gran cosa, solo sangre, solo el olor de algo lejano, el éxtasis de una pastilla, y el regreso al mismo absurdo sinsentido de esta comedia que ya ni comedia podíamos llamar porque se volvió muy cliché… Pero entre tanta basura apocalíptica mezclada con la ingenuidad de nuestro bello tercermundismo, habían destellos de luz, intensos colores, extrañas formas, sonidos celestialmente grotescos, un espectáculo de sensaciones que a veces te invitaba a llorar como niño desconsolado a tus faldas o a querer volverte mierda en una mirada tuya letal, ya sabrán cual elegí ¿no es verdad?.

A veces falta el aire, o no sé si es porque los parpados se endurecen con las noches, o que las cuerdas de mi violín ya desafinen sin haber empezado a tocar, uno nunca sabe qué usar de excusa para sufrir, pero que me usases como una excusa para amar me termino sacrificando eficazmente en todos los aspectos, sí, me volaste la cabeza con tres granadas encima y yo decido echarles vodka en peligrosas proporciones para que sean más reales, más creíbles, menos borrosas. Mierda tu solo sonríes o más bien te burlas de mis divagaciones ridículas, mientras tanto cambias de color, te distorsionas entre el humo, te apropias de mis sentidos, siento algo de miedo no lo niego, quizá esta vez no lograré escapar. Y quedamos tirados en el piso, dejándonos morir despacito, por partes, con calma, mi brazo ha quedado goteando sangre al lado del bombillo, y tus caderas están entre la puerta y la ventana, creo que ha pasado ya mucho tiempo de esta descomposición mutua, somos mayoritariamente huesos hoy por hoy, y lo poco que nos queda de corazón solo alcanza para besarnos una última década.

Y resurgimos, estuvimos muertos, miramos los misterios del silencio y fueron ensordecedores, hemos pasado los tiempos finitos e infinitos, y nos hallamos aquí orando, arrodillados frente a un concepto, frente a una idea, frente a unas sombras menos sombrías que las demás, te habías hecho las mismas preguntas que yo y por eso ahora estábamos juntos frente a una realidad que se deconstruye en sonidos de una banda de rockeros fracasados que aman lo que hacen, sonando a toda mierda, como se acostumbra en mi tierra donde buscamos el ruido para ignorar el sonido de nuestras tristezas. Prendes un cigarro aunque lo odies, yo prendo otro aunque a todos les digo que da cáncer, acto seguido te desnudas, luego yo abro tus piernas, y nos metemos en las cavernas infinitas del amor hasta que nuestras bocas se extrañan y reclaman su turno.

Aun la gente se pregunta “¿cómo es que esos muchachos siempre salen ilesos?” Lo que ellos no saben es que nunca salimos del todo y cada vez somos más de allá que de acá y eso es lo que nos encanta.

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