Nos suelden inculcar esta idea a lo largo de nuestras vidas normalizando que está bien el no tener relaciones reciprocas. Es cierto que tenemos que dar sin intereses de por medio, simplemente porque somos personas que nos llena el alma dar lo que tenemos, e incluso en ciertas ocasiones, dar hasta lo que no tenemos pero tenemos que aprender a tener en cuenta nuestra valía.
Es cierto que todo eso que damos nos vuelve de mil y un formas distintas, pero también es cierto que no tenemos por qué conformarnos con migajas por el simple hecho de «dar sin esperar».
Un poco de egoísmo es sano porque nos merecemos lo que damos, no siempre vamos a ser retribuidos por las mismas personas a las que les brindamos lo que tenemos, pero es importante no encerrarse en el «dar por dar», simplemente porque somos «buenos» y fin. Tenemos que aprender a dejar de dar en donde nunca vemos una devolución. Es necesario que entendamos también la importancia de recibir algo acorde a lo que estamos brindando. Todos en el fondo de nosotros esperamos «algo a cambio» porque cada uno quiere ser reconocido de alguna forma por eso que está brindando y no por ser un egocéntrico, sino porque merecemos relaciones que estén dispuestas a respondernos de la misma forma.
Creo que nos inculcan esta frase desde siempre para que nos acostumbremos a recibir poco, o no le demos importancia a las personas que siempre esperan mucho de nosotros o se acostumbraron a que seamos los que siempre estarán dispuestos a dar, más allá de si nos devuelven de la misma manera.
Yo antes también predicaba esta ideología de que tenemos que dar siempre que podamos porque después el universo se encargará de darle a quien lo que se merece, pero incluso ahí estamos teniendo una «espera» de retribución. Es como si trabajáramos gratis o le demos al otro la posibilidad de elegir cuánto cree que vale lo que estamos haciendo.
Con esto no quiero decir que hagamos las cosas por interés, como dije al principio, sino que aprendamos a visualizar quienes merecen lo que les damos y quienes jamás nos devolvieron ni la mitad de lo que les dimos. Al final, a veces, nos frustramos por todo lo que dimos sin haber recibido recompensas. De hecho, en muchas ocasiones, hemos dado sin que nadie nos lo pida y por eso tampoco se sintieron en la obligación de retribuirnos nada.
La reflexión que quiero dejarles es que es un gesto genuino el dar sin esperar, dar porque nos sale del alma y porque damos lo que somos, damos lo mejor que tenemos, pero no nos acostumbremos a que se aprovechen de eso. Es sano también esperar que nos reconozcan, es sano tener relaciones donde todo sea mutuo. Es importante valorarnos porque nadie nos va a devolver ni el tiempo ni todo lo que invertimos en otros. Podemos darle algo a alguien que no tenga nada o ayudar a quien menos tenga, pero no nos acostumbremos a ver la vida desde la resignación donde nunca va a ser correcto reclamar equilibrio entre dar y recibir. Hay que pedir lo que nos corresponde, debemos dejar de darles a los que sólo están acostumbrados a recibir de nosotros pero jamás nos devuelven nada.
El cuidar nuestra valía también es amor propio. Que nunca te hagan creer que pedir lo que te mereces o esperar relaciones equilibradas significa que sos egoísta. Siempre vamos a merecer todo lo que le damos a los otros…
OPINIONES Y COMENTARIOS