
Bailaba en tu voz suave el desdén y en tu falda blanca corta, el desparpajo,
En medio de la pista te movías eufórica, alegre, serpenteando, serpenteando,
A cada tanto me lanzabas una mirada furtiva para ver si te estaba observando,
Yo enamorado de ti desde los 15, embobado en tus caderas, que iban ululando,
No sostenía la mandíbula de abajo, empeñada en abrirse a cada uno de tus pasos,
El muslo grueso asomaba hasta la base, brillando, haciéndome temblar el cuerpo,
A cada risotada se me estrecha el pecho, a cada giro un estertor me traspasaba
La niña Sara se contoneaba y frota contra un enardecido Francisco que la torea
En el rincón encendía un cigarrillo flojo y le daba golpes contra la mesa improvisada,
El vestido se elevó y un borde de encaje asomaba, solté el pucho y vi como lo pisaban,
Unas curvas negras perdidas entre tus pestañas y en el fondo el ámbar destacaba.
Solté un bufido cuando vi que sus manos, palpaban a tramos la escurridiza cadera,
Solté un bramido cuando te diste vuelta y te acaricio despacio, acalorado la espalda,
Salí del salón ahogado en envidia, en rabia, en un cúmulo de emociones malvadas,
Una tibia mano se deslizo entre mis dedos, una caricia suave que estrujó mi alma,
Agitada, los pómulos pintados, parada, tan pequeña parecías una niña casi delicada,
Me acercaste el cuerpo y tus labios perfectos casi encima de los míos respiraban,
No podía moverme, el aire apenas entraba, un cosquilleo doloroso me cruzaba,
Guio mi mano a través de su espalda, la rodee y presione un poco hacia mi cuerpo,
En un santiamén ella me susurraba; Mario me gusta mucho esta canción y bailaba,
El corto vestido se elevaba y aquel borde me provocaba sensaciones almibaradas,
La arrastre cogida por la cintura, la deslice hacia la pista y baile pegándome a ella
A ratos saltaba y a ratos me perdía completo en el ámbar, la apreté en una vuelta
De mi cuerpo quedo colgada, la levante en vilo en medio de la pista, aunque miraran,
Tenía la piel suave y aceitunada, la acerque a mi boca mientras la bajaba, sin palabras
Ella enredó mi cabello con sus dedos largos y sus uñas largas exageradamente pintadas
Fue un beso en medio de respiraciones agitadas, ella por el baile yo porque me excitaba
Cuando tocó el piso, de un tirón la arroje a distancia y seguimos hasta la madrugada,
En un rincón escondido inventamos nuevos pasos, cuando su muslo subió a mi cadera,
Cuando el encaje ya no importaba, cuando mis manos hicieron el recorrido de la mirada,
Cuando la piel húmeda y cálida, se rindió a mis manos, la sentí a mi cuerpo entregada
Aun sonaba un reggaetón que alguien más bailaba, en contoneos y eróticas danzas,
Cuando las luces de neón se fueron y la música se apagaba, solo oía nuestros cuerpos,
Ellos aún bailaban, en rítmica coreografía, desinhibida, desenfrenada y en escalada,
Te solté cuando el cuerpo se me acalambraba, cuando el sudor me cubría frente y palmas,
Cuando un quejido tuyo me aguó las rodillas, cuando no se oía nada, y el sol despuntaba,
Subiste el encaje a su lugar y bajaste la falda, tu pelo enmarañado, la línea desparramada,
El ámbar relucía en la madrugada, tenías la boca hinchada y marcas de mi barba en la cara,
Aun así sonreías y tironeabas la falda, como pidiendo perdón, cada vez que esta se izaba,
Cerca, rose tu muslo hasta el borde del encaje, tú ojos se cerraron un instante , suspirabas,
Me parecías ahora más hermosa, desordenado el pelo, re fulgurante y húmedo el ámbar,
Te besé en la frente y extendí la mano, era una madrugada cálida, el viento apenas soplaba,
se elevaba la falda camino a tu casa, no sentí celos, ahora que vieran mi muslo, no importaba,
Descarado te soplaba y acariciaba, prendida de mí mano, te pegabas a mí a cada ráfaga,
Nunca fue más bella la vida que aquella madrugada, nunca volví a ver aquella corta falda,
Y aun separada de mi vida, te recuerdo cada vez que suena esta canción ya tan gastada ,
El encaje, el muslo y tus ojos color del ámbar …
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