Era una noche de verano. Julián cenaba una hamburguesa en el jardín cuando el cielo se llenó de ruido.
_ ¡Mira abuela, otro avión!
A sus seis años y quizá porque desde pequeño había viajado en ellos le divertía mucho verlos atravesar el cielo.
A Albalad, aquel ruido le asustaba. Quizá porque nunca había conocido la paz.
_ ¡Mamá, un avión! – quiso gritar. Pero apenas había abierto la boca cuando se vio envuelto en una nube de polvo y cascotes que le golpeaban el cuerpo. El impacto ni lo escuchó.
Cuando el polvo se disipó ya no pudo ver su casa, ni a su madre…tan solo ceniza y ruinas hasta donde le alcanzaba la vista.
Mientras, Julián, en aquel lejano jardín, le seguía contando a su abuela que el año que viene iría en uno de esos a Disneyland.
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