En estos últimos meses escuchamos reiteradamente la frase «Responsabilidad social» Pero ¿Realmente se encuentra presente esa responsabilidad de la que tanto hablamos?
Constantemente salimos a la calle y observamos los ojos de la gente y la mitad de su rostro cubierto por aquel barbijo que ya pasó a formar parte de nuestra prenda diaria.
Más allá de que haya pasado el tiempo y hayamos salido de aquel duradero confinamiento podemos ver como la situación de la pandemia en la sociedad se fue relajando, y no solo en ámbitos económicos o sociales. La vida en general fue volviendo a una pseudo-normalidad de la cual estamos formando parte.
Permanentemente el gobierno, los medios y diversas personas se encuentran en el rol de solicitar la conciencia social, de alguna manera, esperando esa respuesta generalizada por parte de los hombres.
Pero con el pasar del tiempo dicha responsabilidad se fue perdiendo, quizás por cansancio, quizás por coraje, lo cierto es que salir a la calle y ver los rostros descubiertos o en la mayoría de los casos la mala utilización del barbijo, se ha vuelto un hábito.
Continuamente escucho decir a la gente que, utiliza el tapabocas para que las fuerzas no le llamen la atención. Quizás, se volvió más un compromiso que una necesidad de cuidarse, preservar mi salud y de aquel que me rodea.
Es importante resaltar el cansancio social que se puede sentir en las calles. El querer volver a respirar libremente, poder saludar con un beso a mi próximo, o abrazar a aquel amigo que no veo hace mucho tiempo.
Observar que las ventas de barbijos se volvieron tan comunes como vender frutas, o al salir, pensar en llevar las llaves, el celular y el tan odiado tapabocas. Volver a casa por el al recordar que lo olvidamos cuando ya nos encontrábamos caminando sin el mismo y a cuatro cuadras de nuestras casas.
¿Hábito o rutina? Lo cierto es que aquel pedazo de tela tan aborrecido por muchos se volvió una extensión de nuestro cuerpo.
Aun así, es importante informarnos y tener en cuenta la importancia del buen uso del mismo, por mi salud y de aquel que me rodea. Tal vez, solo sea un simple acto que requiere esfuerzo para volver a la tan ansiada normalidad que añoramos todos los días. Quizás, ese día tan esperado llegue pronto y podamos recordar como una anécdota cuando no podíamos salir sin barbijo ante la sociedad.
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