Un viento recio abrió la puerta maltrecha del salón de clases que a duras penas se mantenía de pie como lo era la sillas, los pupitres y el mismo escritorio del maestro. Mantenidos con tanto esmero de varios arreglos que el mismo conserje mantenía, Manuel un hombre de sesenta años cansado de la labor pero mantenido de pie en esa escuela por la esperanza de alcanzar su pensión, el único motivo del cual le regresaba una sonrisa cada día al presentarse al trabajo.
-Bueno, muchachos. Este es el ultimo examen del año.-Dijo el maestro Julian, al acercarse a la puerta que sobrevivió al duro golpe del viento, para cerrarla y así tener toda la atención posible de sus alumnos.
El maestro Julian, hombre entregado de tiempo y alma por completo a su profesión, su rostro redondo, su frente ancha y algunas canas que comenzaban a reaparecer en su cabello negro que anunciaban su edad próxima a los cuarenta años. Se quito los lentes dignos de su profesionalismo, se tallo los ojos con sus manos callosas, moldeadas por el arduo trabajo que le dejo el arado, cuya labor ejerció de joven cosechando las tierras de su abuelo en su lejano pueblo. Cerro la puerta, esta vez asegurándola con una banca que contaba con solo tres patas y para que pudiera combatir cualquier viento inesperado que de un golpe la tumbara. Miro los rostros de los niños y recordó su ultimo año de alumno de primaria y a su maestro que a duros golpes con una tabla de madera los educo mas que con sus palabras y que en su ultimo año jamas expreso alguna palabra de motivación a sus alumnos. Pero él aprendió la lección de su pasado, él daría unas pocas palabras, que esperaría en esos niños las conservaran mas que sus travesuras algún tiempo en su memoria.
-Hoy es el ultimo día de clases y su primer día en su vida que cursaran una nueva aventura.-Dijo el maestro Julian poniendo las manos en el pupitre con toda su alma de poeta.- pasaran los años y llegara el momento en que se den cuenta de lo que en verdad quieren de la vida y recordaran estos días sentados aquí frente a mí y quizás sean sus recuerdos mas bellos de su vida o los mas amargos de ella misma, ahora bien se acabo la clase y el ciclo escolar la vida continua y para ustedes les entrego mis mejores deseos.-Dio un golpe a la mesa con total decisión como un juez sentenciando el destino.- Ahora son libres felicidades muchachos.
Perplejos en sus pupitres los niños dieron un golpe en sus sillas y con euforia lanzaron los exámenes al aire y salieron del salón dejando al maestro Julian con un nudo en la garganta y una alegría en el alma que jamas olvidaría en su vida entusiasta de maestro.
Jose no olvidaría esas palabras las guardaría profundamente en su alma. Él un niño perepecias andantes, se daría cuenta esa tarde de junio de algo que lo asombraria por completo. Y lo haría descubrir su destino.
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