Jamás había experimentado la pereza en toda su expresión y significado. Es cierto que tenía probaditas de lo que era y se sentía a partir de la adolescencia y en todo mi crecimiento a ratos, pero hasta este año supe que es sentir que la vida no es tan ligera como se espera engañar a la mente, todo el esfuerzo del que hablaban no era mentira. No existe un trabajo fácil. E incluso tampoco difícil. Simplemente varía la cantidad de mayor responsabilidad mientras más grande quieras llegar. Y debo confesar que soy de esas personas que desde niña tenía mi vida soñada y como me veía siendo exitosa. Todavía lo sueño, pero mis planes cambian tan rápido como los segundos de cada minuto.
Es la inestabilidad que me distrae y la pereza la que me detiene. Siempre he sido una persona que trabaja, estudia, practica, juega o se distrae con cualquier ejercicio o movimiento de vida, para no aburrirse en ningún instante, o que simple sentir que su vida es igual de útil como cualquiera.
Soy demasiado orgullosa para contarle a alguien que mi vida cambió y no ha sido nada de lo que ya tenía planeado en mis hojas de papel. O las conversaciones que antes ya había tenido, en las cuales había comprometido mis resultados. Simplemente sentirme mediocre e inútil es de los sentimientos más influyentes para un inicio de una crisis de depresión emocional. Pero afortunadamente conservo mi inteligencia y mi razonamiento para no caer en un fondo que después me costará un doble de esfuerzo que posiblemente me arrepentiré por no haberlo evitado.
Así que me volví a motivar yo solita, viendo videos de superación, casos de fracaso de personas importantes en el mundo, como personas que a penas empiezan a dejar huella. Releí libros que tenían relación con la autoayuda y la inspiración de cambiar y seguir. Uní a mi rutina diaria una oración a Dios y a intencionarla en mi día como guía a lo que haría. Me rodeé de personas en redes sociales que están inspirando a las personas a seguir adelante y mirar el mundo diferente.
Busqué nueva inspiración en la música que es de lo más vital en mi vida diaria. Incluso cambié mi look de cabello para sentir que empezaba de nuevo con una perspectiva diferente. Y que se notara externamente.
Debo decir que fue difícil aceptar que en estos momentos, la más fracasada de la familia era yo. Era una vergüenza que mi familia me viera tan cambiada por el ritmo y energía que tenía antes con mi vida a estar mayor tiempo cansada y con un aspecto sin color y una actitud insoportable. Alimentándome de ocio sin rumbo, simplemente en limbo en estos tiempos cambiantes y difíciles. No era vida y no era la mía ciertamente.
Ya comencé a retomar el orden en mi vida nuevamente y me siento lista para combatir esta pesadez que cargaba en mí desde hace meses. No quiero controlarlo todo pero sí quiero iniciar con la primera oportunidad que tenga como responsabilidad. Y así poco a poco volviendo a caminar para después correr como antes (en el buen sentido).
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Quiero concluir este escrito con el objetivo de compartir esta experiencia que estoy segura algunos de los lectores presentes pudiesen estar transcurriendo y darles apoyo a que no se sientan abrumados por la situación en la que se encuentren. Y decirles que se den el tiempo que necesiten para reordenar todo de nuevo y a su manera. Que les haga sentido a su vida como propósito. Recurrir a la inspiración por medio de personas, videos, conversaciones o libros, es una salida para ver de nuevo la luz al final del túnel.
Con cariño, su compañera escritora.
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