LA MUJER SAMARITANA – SEIS TINAJAS EN EL EVANGELIO DE SAN JUAN – Segundo Relato

LA MUJER SAMARITANA – SEIS TINAJAS EN EL EVANGELIO DE SAN JUAN – Segundo Relato

ELIAH ANDRE

06/09/2020

SEIS TINAJAS EN EL EVANGELIO DE SAN JUAN

EL AGUA DE VIDA

LA ILUSTRACIÓN DEL EVANGELIO DE SAN JUAN EN LAS BODAS DE CANÁ

Segundo Relato: La mujer Samaritana // «El pecador perdido»

Génesis 26:15, 18, 19-22; Juan 4:1-42; Juan 7:38; 2 Pedro 3:9;

El relato de la mujer samaritana, se distingue por no haber hostilidad ni riña, en esencia destaca la verdadera razón de fructificar y ensancharse sobre la tierra, en un lenguaje divino puede sentirse la alegría de la expresión “el que cree en mí, como dice la escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”; el agua en pozo, es un agua estancada, puede ser que provenga de fuentes de corrientes de aguas subterráneas que se filtran o de acumulaciones de aguas en bolsas o fosas de rocas, que una vez accedidas a ellas, llenará el pozo o la cisterna, en todo caso se estanca el agua, no corre, no fluye, a menos que desborde y brote.

El relato es el primero que narra cerca de un pozo, de igual manera que Jacob mencionó su primer pozo Esek que iría atado al altercado o riña por aquel pozo de donde brotó “aguas vivas”, significa que desbordó e hizo un afluente de aguas que salió y regó aquel desierto, los siguientes dos relato en el evangelio según San Juan estarán enmarcados en otras aguas igualmente estancadas Sitnah y Rehoboth, de esta manera el planteamiento aquí es la enemistad del hombre con Dios, y toda la creación es de Él, y el Hijo de Dios (Dios) haciéndose “amigo” de aquellos hombres enemistados, aún cuando todo le pertenece a Él.

De esta manera, el relato con la mujer samaritana, una pecadora perdida (enemistada con Dios), la cual debía ir cada día a buscar agua en aquel paraje, tuvo su encuentro con su salvador, aún trato la humana idea de disipar el lugar, siendo que samaria estaba muy lejos de estos pozos, pues en la propia samaria hay un pozo de Siquen o Sichar (Sicar) que es donde este relato se desarrolla, justo entre estos dos lugares, está Jerusalén, la ciudad donde se designó el lugar del centro de culto y adoración a Jehová. En ambos casos, podemos continuar afirmando, que se trata de la enemistad, separación, hostilidad y riña, puesto que los Filisteos son una cultura enemiga aún hoy de los Judíos, por demás antagónica en lo que se refiere a la adoración a Jehová, y los Samarios aún cuando conocen y aún hoy hacen sus rituales basados en la Toráh, parecen no ser reconocidos como parte de los hijos de Jacob, sino que se suelen ver como invasores, impuestos por un rey, lo cual es una riña o altercado, por tanto, el asunto sigue siendo esto LA ENEMISTAD y se refiere a la enemistad de todos los pecadores con Dios.

Hasta ahora hay tres cosas que el pecador debe entender, la primera tendría su símil en el arte de cavar un pozo en el desierto, no es fácil estar cavando hoyos a la deriva y con la esperanza incierta de conseguir agua, sobre todo a pocos metros de la superficie, en una planicie que desciende al océano por un lado y por el otro lleva a una extensa planicie árida, así mismo encontrar la fe y la esperanza en un pecador dentro del corazón del hombre parece ser un milagro abarrotado de piedras, sepultado entre tanto pecar, nadie puede escudriñar el corazón del hombre solo Dios, es un asunto privado entre Dios y el pecador, ambos saben lo que se encuentra dentro del corazón, y en la escritura está revelado en los términos “todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”; en conclusión no podemos escondernos de él (Juan 2:23-25; Génesis 6:5).

Luego, la segunda cosa a entender, es que debe recibir el mensaje del Señor, no la del interlocutor, narrador o elocuente evangelista, sino el propio mensaje en sí del evangelio, la misericordia, justicia y fe (Juan 3:33); y lo tercero es creer en él para vivir, arrepintiéndose de los pecados, reconociéndose a sí mismo como pecador, de esta manera salvará su alma (Juan 3:36); de esta manera la mujer samaritana tendría su encuentro con su salvador y la oportunidad de salvar su alma. ¡Definitivamente es una oportunidad!.

Como dije, encontrar un lugar para cavar no es fácil, los hombres cavan en distintos lugares para encontrar donde está el agua, en la actualidad se ayuda con algunos aparatos creados por el hombre, experiencia de algunos, e incluso técnicas de fábulas que pueden acercar al lugar donde cavar, pero nuestro Dios y salvador, el Señor Jesucristo, su presciencia y la voluntad del Padre, lo llevaban a Samaria para encontrarse en el lugar indicado a una mujer necesitada de la salvación, ¡no es una casualidad!, la voluntad del Padre lo movía hacia aquella mujer sedienta, rescatarla de la perdición estaba en los planes para la gloria de Dios, sin descanso se dirige hasta aquel lugar, “mi Padre ahora trabaja y yo trabajo” así nos enseña cual es la voluntad del Padre, yendo a buscar, y a rescatar a todo pecador que le necesita (Juan 3:16-19, 5:17) esto tiene sentido si además observamos que hay pecadores que en su opinión dicen de diversas maneras que no necesitan al Señor Jesucristo en sus vidas, al respecto dice la escritura que “Hay camino que al hombre le parece derecho; Pero su fin es camino de muerte.” (Proverbios 14:12), un conocido predicador y doctor coincidiría conmigo en esto: p1. La distancia más corta entre dos puntos es la línea recta; p2. Cualquier otra línea distinta a p1 es más larga; c1. Por p1 y p2 existe una y solo una que cumple p1 por tanto si existe alguna otra línea que cumpla p1 es ella misma. En simples palabras sólo hay un camino, y es Cristo, además la simple idea sobre la tierra es absurda por la redondez de la misma, de tal manera que no se refiere a un camino de hombres debe ser en referencia a Dios. ¡Tanta ciencia y no puede creer con tan sólo abrir el corazón para que su dueño entre!, y ¡Hay algunos que piensan que la ciencia demuestra a Dios! Pero no de muestra el amor de Dios para el rescate del pecador.

El trabajo de su obra no culmina cuando fue levantado de la cruz, el poder habrá de mostrarse cuando sus palabras se cumplan “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo la pongo de mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre.“ (Juan 10:17-18), la obra del Hijo hasta la cruz, la voluntad del Padre hasta la resurrección la obra del Padre, pero, la obra del Espíritu Santo podrá verse en el milagro de la salvación del pecador, cuando cree y se arrepiente delante del Señor. La hora sexta es la máxima altura del sol, no deja dudas el pasaje que nuestro señor era hombre, cien por ciento hombre, no es de extrañarnos que tenga sed, más la sed de aquella mujer era importante para el Salvador.

La mujer samaritana contrasta con Nicodemo, son extremos distales, como alguna vez escuche son diametralmente distantes, hay personas que por ser maestros de la ley, tener un amplio conocimiento científico, doctrinal, superior, creen no necesitar la salvación, el religioso es el caso extremo porque está tan aferrado a su doctrina que se encuentra en la más densa oscuridad, palpando las paredes y pasando cerca de la única puerta que lo salvará, así mismo sería un recinto con alguna gran colección de santos, pidiéndoles salvación, otros no tan santos, sin embargo la única puerta que puede sacarlos de ese lugar, lamentablemente no la encuentran ni siquiera teniéndolo entre tanta colección inútil de puertas sin salida. “Palpamos la pared como ciegos, y andamos a tientas como sin ojos; tropezamos a mediodía como de noche; estamos en lugares oscuros como muertos. Gruñimos como osos todos nosotros, y gemimos lastimeramente como palomas; esperamos juicio, y no lo hay; salvación, pero está lejos de nosotros.” (Isaías 59:10-11); la mujer samaritana es todo lo contrario considerar que posee el derecho por concesión de poseer la prosperidad de la tierra, considerando que su linaje o su derecho la hace acreedora de tal beneficio por la religión, y como los samaritanos eran gentes colocadas en aquella región a quienes se les enseñó como libreto la religión, tenían por territorio el reino del norte de la dividida Israel, 10 príncipes o tribus la integraban a diferencia de las del reino del Sur el resto de ellas, incluyendo a los de la tribu de Judá por lo cual se le conocían a estos otros como Judíos.

Así la mujer samaritana estaba colmada y hastiada de toda aquella altivez de su raza, incapaz de poder reconocer que su condición de pecadora la hacía acreedora de la condenación eterna. De esta manera se comienza con una barrera en este relato que enseña la división, mejor dicho separación, que hay como enemistad, entre los hombres y Dios, Juan 4:9 deja claro esta enemistad terrenal pero símil de la enemistad con Dios, es el hombre enemistado con Dios, más el amor de Dios es para salvarle, hacerse amigo. “¿Cómo es que tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no tienen tratos con los samaritanos.”

La pregunta al Señor de la mujer samaritana no fue respondida, Juan 4:12-14, evidentemente muestra que aún la mujer desconocía a su salvador, y principalmente no conocía la razón por la cual tenía la necesidad de conocerle, el Señor si conoce la necesidad de cada cual, incluso la principal de ellas, ya a Nicodemo le había dicho que era necesario nacer de agua y espíritu, ahora a esta le dice que ha de tener la necesidad de beber del agua de vida. Ahora se presentan dos ideas de nuevo contrapuesta y en sentidos opuestos, el agua del pozo y el agua de vida, más la mujer seguía pensando en el agua como materia física, y no en el agua como necesidad espiritual.

El señor conoce a cada quien en lo íntimo del corazón, asi mismo se lo mostró a la mujer samaritana, el agua del pozo era inalcanzable, profunda y en lo oscuro, más el agua de vida estaba frente a ella, accesible, y no se daba cuenta de ello, cuando el Señor reveló el intimo secreto de ella, la samaritana le vio como profeta o como un oráculo, tan suspicazmente ella hizo pero recibió la verdad, el verdadero adorador lo hace en espíritu. Así conoce al Señor, se ha dado cuenta que éste le conoce, que es el Cristo, la declaración del Señor, el Yo soy, habrá penetrado en su corazón, ni los montes, la planicie, ni el lugar alto, la salvación vendría por un judío, no dijo los, dijo un, singular, no plural, la pluralidad de religiones, la amplitud de ellas, la diversidad de religiones y sus aceptaciones, no salvan. Ahora ella da testimonio de aquella fuente sin igual, que ha venido para calmar su sed; ya desde luego el Señor le ha enseñado que el que en él crea, como dice la escritura, de su interior correrán ríos de agua viva, en referencia esto, muchos usan la expresión para delimitar que no hay otra manera de salvarse, aun cuando es cierta la afirmación, lo que quiere decir es que la escritura ha enseñado la promesa que el que cree será salvo, no así hace referencia al método en este caso, aun cuando la misma escritura enseña que solo una puerta, solo un camino, solo un nombre, solo la obra de la cruz, y la resurrección, nadie más tiene poder para salvar, ni puede interceder ante el Padre, tampoco hay mediador entre Jesús y el mediador, no hay nombre, ni madre que la escritura señale que deba hacer de mediador entre Jesús y el pecador, entre el Padre y el pecador.

Haber escuchado de los labios del Señor “Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.”, le debió traer a colación algunos pasajes que sus padres le enseñaron a ella de las escrituras, Las aguas amagas de mara (Éxodo 15:22-27) y el agua de la peña (Éxodo 17:1-7; Números 20:1-13) en ambas ocasiones todo aquel pueblo de Israel bebieron del agua que les salvó, aguas de corriente, que fluyeron en medio del desierto, lo que les salvó la vida transitoria de la tierra, pero ahora el agua de la cual ha bebido le salvará de la condenación eterna, de inmediato corrieron de su corazón ríos de agua viva, desbordantes que tuvo la necesidad de traer a todos los cercanos para que conocieran también al Cristo.

De esta manera no se puede salvar el alma por la religión, tampoco por herencias, títulos o posesiones, la salvación depende primeramente de la voluntad de Dios, luego la disposición del pecador de escuchar, desde luego esta mujer escuchó, creer y confesar, confesar implica reconocer y declarar, pecado y necesidad de Cristo, por lo cual el apóstol Pablo pudo enseñarlo en Romanos 10:8-21, tal cual como este pecador, y el modelo de Nicodemo, habrá alguno que encuentre su necesidad de despojarse de todo aquello que le impide llegar a la salvación, como muro erigido a su alrededor, pueda salir e ir a los suyos y brotar de su corazón todas aquellas buenas nuevas, cuan grandes cosas el Señor ha hecho por los suyos.

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