Iñaqui y su Fuerza de Rozamiento

Iñaqui y su Fuerza de Rozamiento

Alan Berger

01/09/2020

Iñaqui venía del futuro, o al menos, eso parecía, ya que su cabeza siempre estaba, mínimo, dos semanas adelantada.

Parecería que su máquina del tiempo estaba rota, ya que no siempre el futuro era como él se lo imaginaba.

La máquina, esta vez (como tantas otras), le jugó una muy mala pasada. Esto fue lo que pasó:

–¡¿Queeeeeee?! ¡¿Parcial de física?! –gritó Iñaqui.

–Sí, González, parcial de física. Recuerden: es el 13/10 en la primera hora. Faltan dos semanas y media. No se alarmen. Es simplemente para que estén atentos.

Sonó la campana. Los compañeros de 5to Biológico se hacinaron en la puerta como puercos peleándose por comer.

–¡Por fin es viernes! –exclamó Fede.

–Sí, no aguantaba más a Dolores, aparte marcó parcial, ¡QUE EMBOLE!

Sí no lo salvo, me voy a examen, sí no lo salvo, me voy a examen.

–¡Iñaqui!

–¿Qué…, qué pasó?

Sus amigos estallaron en carcajadas.

–Si vas hoy a la fiesta de Lore… ¡va a estar lleno de minas!

–Siempre cosificando vos, machirulo– reprobó Fede.

–No estoy cosificando, estoy diciendo las cosas como son, LITERAL va a estar lleno. Iñaqui, vos me imagino que estás.

–No sé…–masculló.

–Noooooo, mentira que estás con esos viajes de vuelta.

–¿Qué viajes, Fede? ¡No jodas! – protestó Iñaqui

–Iñaqui, no seas malo, ¿Ya estás pensando en el parcial de física?

–Y… sí, ¿Qué pasa si me voy a examen?

Un poco más y sus amigos casi se tiran al piso a reírse.

–Iñaqui, por favor, tenés como 8 y 9 en las dos reuniones, no te vas a ir a examen ni en pedo ―dijo Fede.

–Además, ¿adiviná quien viene hoy?

Iñaqui tragó saliva.

–Sí, Kiara hará acto de presencia –terminó Yuyo, picante.

¿De qué me sirve que vaya, si igual me voy a cagar?

–Bueno Fede, ya está convencido el muchacho, ¡hoy de noche los paso a buscar en taxi!

Eran las 3 de la mañana, y estaban todos con una borrachera tal que, incluso, el ambiente estaba borroso.

Pah, ando muy flojo en Choque y en Fuerzas. Sí no me pongo a estudiar mañana de mañana, se me viene la noche.

–¡Iñaaaaaaquiiii! –le gritó una morena que parecía modelo y, acto seguido, lo abrazó con tanto desequilibrio que casi caen ambos al piso.

–¡Kiara, ¿Cómo andás? ¡Me asustaste!

Y sin responder a absolutamente nada, se le tiró encima.

Sí bien Iñaqui venía añorando ese beso, sin exagerar, desde que la conoció, en ese momento, su cabeza estaba centrada en un pupitre, un lápiz y un papel.

–¡Iñaaaaaaqui! –gritó después de soltarlo.

–¿Qué pasó?

–¡Meeeeeeeeeeetele onda, locooooooooooo! – y, acto seguido, se fue detrás de otro chico, obviamente, más atractivo y musculoso que él.

–Fede, muy buena la fiesta, pero me voy a mi casa.

–¿Peeeeeero voooo soooo loco, Iñaqui? Esta fiesta AAAAAAAAAAARDEEEEEE. –lo interpeló su amigo, entre indignado y borracho.

–Nos vemos, Fede, hablamos mañana.

–¡ANDAAAAAAAAAAAAA A ESTUDIAR FISICIA, LA PUTA QUE TE PARIOOOOOOO!

Ahora todo el lugar sabía que Iñaqui se iba de la fiesta para estudiar física.

Al otro día, Iñaqui se levantó a las 13:00, con los pelos para todos lados, y con la almohada marcada en el cachete.

¡NOOOOO, ME RE DORMI!

–¡IÑAQUI, A COMEEEEEER! –gritó su madre, seguramente, por tercera vez.

–Iñaqui, mi amor, hoy, por motivo de que estas siendo muy responsable en el liceo, te hice tu comida favorita: ¡milanesa de lomo con papas fritas!

–Gracias, mamá, no tenías por qué.

Bueno, ahora voy a estudiar Peso, Fuerza de rozamiento, y a hacer algunos ejercicios de poleas.

Cuando terminó de rumear, el plato ya estaba vacío.

–¡¿Quién me afanó la comida?!– ladró.

Todos se lo quedaron mirando fijo, como si estuviese contando un mal chiste.

–Iñaqui, vos fuiste el único que tocó ese plato. Además, comiste a una velocidad impresionante, ¡tenés que disfrutar de la comida!

Después del segundo plato, Iñaqui se internó a estudiar, estuvo el resto del sábado, domingo y lunes feriado con física sin parar.

–Iñaqui, ¿Qué vas a hacer mañana?

–¿Qué hay mañana, Yuyo?

Sus amigos se miraron, esta vez, preocupados.

–Amigo, vos no estás bien –le dijo Fede, con una mano en el hombro.

–¿Eh? ¿Por qué lo estaría? Están re paranoicos.

–Iñaqui, mañana es tu cumple –terminó Yuyo.

–Ah, sí, es verdad, después les aviso.

Al otro día, a las 18:00, mandó un mensaje por WhatsChat al grupo de sus amigos, invitándolos a su casa a las 20:00.

En situaciones normales, la fiesta hubiese estado vacía, pero, como todos sus amigos ya sabían que era su cumpleaños, simplemente estaban esperando a que les avise.

Llegaron todos a las 22, junto con algunas amigas de Yuyo. Iñaqui los recibió de jogging y musculosa.

–¡Felíz cumple, Iñaaaaa! –le gritaron todos al unísono.

–¡Dale Newton, anda a bañarte y a vestirte como la gente!

La fiesta duró hasta las 4 de la mañana. Todo el mundo había morfado, bailado y bebido hasta reventar. ¡Parece que fue todo un éxito! según le contaron a Iñaqui.

En las siguientes semanas, le escribió Kiara para hablar sobre lo que había pasado en la fiesta, todos sus amigos escribieron en el grupo para ir a una infinidad de fiestas, jugar videojuegos e, incluso, ir al cine. Iñaqui, sí bien vio todo, no le contestó a nadie. Estaba totalmente inmerso en los estudios. Era como sí la fuerza aplicada por las ganas de ver a la chica que le gustaba y jugar con sus amigos fuese contrarrestada por la fuerza de rozamiento que ejercía la visión de un futuro limpiando baños.

Cuando llegó el día del parcial, Iñaqui fue el primero en entregar.

Qué fácil, no me tendría que haber estresado tanto.

–Kiara, ¿Cómo andás tanto tiempo? –le mandó por WhatsChat.

A la hora del recreo, Iñaqui fue, como siempre, a reunirse con sus amigos.

–¿Y muchachos? ¿Cómo les fue?

–¡Ah! Ahora sí existimos –gruño Federico.

–Chau, Iñaqui, volvé cuando seamos importantes para tu vida –terminó Yuyo, y se fueron sin él.

De pronto, vibró su celular. ¡Era Kiara!

–El tren solo pasa una vez– rezaba.

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