Siento que estoy enloqueciendo, siento que la vida ha perdido el sentido lógico de las cosas. Cómo podre saber si los conejos realmente entienden el tiempo, es decir, ellos solo saltan y saltan… además de aparearse por supuesto.
Y yo, uno ya tan solo, no se sabe que más mirar. La gente que pasa, pasan por las calles como con un sentido. Ahora, yo ya no salgo. No tengo a donde ir, por eso es que yo ya no salgo. Ahora pienso, ya solo pienso. La pregunta que siempre me hago es: ¿En qué está pensado hermana? Y la respuesta que siempre me doy es: “Pienso en que estoy pensando”. Es como un círculo vicioso. De este círculo yo ya no puedo salir. Anoche soñé que estaba saltando lazo, hasta que me cansé de soñar en saltar, entonces solo quería que el lazo dejara de batir. Pero no pude dejar de soñar que el lazo dejara de batir, así que resolví en despertar. Y llego esa noche conmigo la bendita ansiedad, que siempre prende un cigarrillo en mi boca. Que siempre me hace fumar desnuda en la ventana. Siempre, siempre en el frío de la noche, que era y ya no es estrellada. Después, pienso, solo vuelvo a pensar.
En la vida ya no me queda nada, ya no tengo nada. Ya, ya nunca fue ya, siempre fue nunca, y entonces solo pienso. Y como jamás pienso en lo que pienso, y jamás salgo porque no tengo a donde ir, y como no tengo a donde ir pues mejor trato de no pensar.
Y las ventanas, que muestran paisajes que nadie mira, y las puertas abiertas, por donde nadie sale se cierran. Yo las cierro, pero esta vez las cierro para siempre, ya no para pensar. Ahora y por siempre, entonces yo en Nunca Jamás.
Ahora estoy (voy) a Nunca Jamás.
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