A veces hasta parece que por obra de magia
aparecen, como también así, se diluyen igual que el
color con el agua.
Hay altas y bajas. Sensibles y rudas.
Algunas causan un dolor irreparable, de ese que sentís
que es para toda la vida.
Hay muchas exageradas y
otras que sólo quieren dar amor.
Un sólo sexo, ambos, todos, se mezclan y arman una
fiesta en donde la humanidad se siente al fin como
pez en el mar; nadando y acariciando cada ola como si
fuese la primera vez.
Hay blancas y negras. Las grises también están, son
las de aire para mi, complicadas e indecisas y a veces
me molestan.
Hay altaneras y ególatras. Hay algunas que necesitas
olvidar.
Inteligentes y cultas. Favoritas. Cuando la elegís para
todo, porque la confianza es ciega y el momento
valioso, esa es mi favorita.
Viejas y con arrugas, aunque esa piel tiene una
suavidad única.
Las que recién aparecen y con su inocencia te olvidas
de los problemas por un rato.
Las que son para siempre, incluso cuando no están
más y las seguís recordando.
Las que te tocan sin haberlas elegido.
Por las que apostas todo sabiendo que no lo vas a
perder.
Las que ganan o pierden.
Las carismáticas y graciosas. Las serias y formales.
Las que dicen siempre la verdad, aunque duela.
Las que preguntan mucho. Las calladas.
Tantos seres podría caracterizar que sólo haré una
más. Las que son como yo.
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