Tu pelo y tú andar anularon por completo el poder que tenía sobre mi cuerpo y me aproximé a ti sin mediar palabra, eres un ser inferior y por tanto yo no tengo hacia ti ningún tipo de consideración cursi y humana, te quiero en mi poder, sólo eso, no hay nada más y nunca pudo ser menos. Formol, un auto, la soledad de las calles en aquella noche fría, cruda, más para ti que para mí, con tus piernas temblorosas y tú aire imperioso, simplemente no te das cuenta de lo pequeña que eres en comparación a mi. Dentro de casa voy a tener que desnudarte poco a poco, primero la playera, después te saco los pantalones, estás muerta de frío y amo verte temblando, simplemente lloras y yo te ato a la cama, saco del cajón mis navajillas, poco a poco te voy haciendo cortadas, tu aún estás drogada pero despertarás y yo pondré en cada pequeña herida sal, la operación se repetirá tantas veces que me rogarás que pare hasta con tu vida y yo seguiré prolongando cada minuto hasta que tu dejes de sentir el dolor y te acostumbres a no encontrar la paz. Vivirás de una forma u otra, no te dejaré sin respirar ni tampoco te privaré de humillaciones, te mearás y cagarás encima y ésta mezcla ácida va a meterse por las pequeñas heridas que haré cuidadosamente en tus genitales. Pondré atención en tú clítoris y en tus labios menores, haré incisiones en todo tipo de ángulos y luego las infecciones te causarán tanto escozor que te retorcerás en la silla donde te obligaré a sentarte para que al cerrar las piernas tu calor corporal aumente tu suplicio. Finalmente de un modo u otro saldrás de ahí y no podrás recordar mucho, pero cada raspón, roce o en si, un toque con tu cuerpo se volverá un suplicio y volverás a mí en espíritu, te tendré en mis manos, aunque no me puedas ver ni recordar más que como una sombra terrorífica porque yo tomé tu inocente cuerpo y tus infantiles mieles para hacerte esclava mía aunque te encuentres lejos de mí, siempre recordándome. Te tomé en pañales para no darte ninguna opción de ser feliz. Ahora te asustas y escuchas voces, te medican buscando que fue lo que te rompió y porqué lo mantienes oculto. Fui yo, la que te hizo buscar en aquellos parajes de la locura una manera de poder vivir, y bebo, como y camino tranquila por la calle, nadie podrá salvarte porque he tomado la parte escencial de tu ser para mantenerte en este mundo y la he botado al mar de tus suplicios, para que vayas a buscarla y no encuentres nada más, un renglón torcido de Dios, una mueca en el alma, con un futuro poco brillante y la lastimera mirada perdida incesantemente dueña de tus días.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS