Me enseñaste de todo excepto a olvidarte…

Fue un día miércoles 11 de diciembre, compartiendo las últimas miradas en donde con agonía me decías que me amabas y yo te pedía que te quedarás.

Durante este tiempo en tu ausencia; cuando el viento acaricia mi rostro, siento que eres tú abrazándome; cuando tengo escalofríos de la nada, viene a mi mente ese ósculo primerizo e inocente que nos dimos. 

¡Yo sé!, esto es ilógico, pero qué puedo hacer…si yo te amo.

Lo único que le pido a Dios…es que este amor, el cual Él fue testigo, lo bendiga y lo guarde en su obra más divina que es la puesta de sol; así cuando cada vez que yo lo vea me sienta conectada contigo. 

Puesto aunque tu cuerpo me haya dejado, más tú nunca me has abandonado…

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