​LÉEME TORMENTA ¡OH! TORMENTA

​LÉEME TORMENTA ¡OH! TORMENTA

Pável Neandertal

04/08/2018

Una vez, no hace muchos años, me senté a la mesa, era de noche y hacía frió, no había nadie en casa o quizá todos dormían, no lo recuerdo bien, pero debió de ser un jueves.

Encendí el televisor y apretaba el botón del control remoto para pasar de canal en canal hasta que la intro de un conocido programa cultural en el canal del estado llamo mi atención.

«La función de la palabra», programa conducido por Marco Aurelio Denegrí a quien más de las veces le bastaba con una premisa simple y blog de notas para llenar un espacio televisivo de poco más de una hora.

«Si tienen la paciencia de revisar las conversaciones con Goethe, libro publicado por el poeta y escritor alemán Johann Peter Eckermann, se darán con la sorpresa de que Goethe le confiesa que él ha sido, a sus ochenta años, feliz, únicamente, el equivalente al total de cuatro semanas, no más. Fíjese pues, que un personaje de talla prócer como lo era Goethe diga eso y no lo dice Juan ni María, sino Goethe, qué podemos esperar nosotros»

Al escucharlo me pareció que Denegri era muy radical y subestimaba los conocimientos y sentires populares y en ello estaba hasta que escuche…» ¡Claro! que si esto se analiza desde el punto de vista de la etimología, Goethe no fue feliz un semana sino mucho más. Vean, felicidad viene de la palabra latina «Felix» que quiere decir «fecundo», «productivo», así para los latinos un árbol que da frutos era un «felix árbol». Entonces, con toda su obra elaborada, al menos en los años que la reallizaba, el fue fecundo, productivo, feliz».

Es así que el significado de una palabra es distinto al significado etimológico de la misma, puesto que lo primero tiene que ver con la interpretación vigente de la palabra en cuestión y el segundo, con el origen de esa palabra, razón de su existencia, de su significación y de su forma.

En otra ocasión, ocurrió que en un articulo escrito por él para el diario el comercio , narró que para referirse a los senos de una mujer Gabriel García Márquez acuño el neologismo «TETAMENTA». Así consta en su libro «El amor en los tiempos del cólera» .

Según Denegri esta formación era correcta, ya que «tetamenta» pertenece a la misma familia de palabras que cornamenta ( refiriéndose al par de cuernos que luce un ciervo, venado etc) u osamenta ( conjunto de huesos). ¿Podríamos entender ello como la codificación de la mujer?

Sin embargo, Nalgamenta sería una formación valida, así lo señala el intelectual, para referirse a las nalgas indistintamente del género del portador.

Pero me quede pensando justamente sobre la «función» que tiene la palabra y en lo difícil que puede llegar a ser entre dos personas la comunicación. Traemos con las palabras o figuras que formamos con ellas una carga emocional que muchas veces no llega a entender la otra persona. Eso era lo que yo había experimentado con ella tantísimas veces.

TORMENTA pertenece a esa familia de palabras. La definición tiene varias acepciones, la primera refiere a «una perturbación atmosférica acompañada de aparato eléctrico,lluvia o granizo», pero es curioso que su tercera acepción se refiere a la manifestación violenta de un estado de ánimo excitado,

Etimológicamente, torquere es una palabra latina que significa torcer o más precisamente retorcer, que da origen a «tormenta» que es plural neutro del singular «TORMENTUM», es decir»tormento» o «tortura». Así pues etimológicamente Tormenta es el conjunto de torturas.

Era martes por la noche, hacía mucho frió, eran cerca de las nueve y sonó el teléfono, me pediste venir a casa y reposar en la cama, que era en realidad nuestra y no merecía de tu parte previa solicitud. Note que estabas llorando pero dijiste que estabas resfriada. Guarde los minutos y salí a tu encuentro, era también invierno en tu corazón y había tormenta en tus ojos.

No hace falta decir que tuve mucho miedo, que fingí dormir mientras calmabas el llanto y escuchar en el silenció de la roja habitación tus perdones y deseos. Que al agotarse su carne me volví a ti y a todo dije que si.

Pudiera ser que al mirar atrás sientas que lo nuestro fue esa tormenta , que traicionándote tus ojos me mostraron por fin. Pero debes reconocer que aunque ello fuese la verdad , lo es también que nos hicimos felices, etimológicamente felices.

Me nutriste amor.
De pecana corazón

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