Me desperté postrada ante el altar de un dios desconocido, vestida con harapos que en algún momento habían sido blancos, con el cabello enmarañado y sin calzado alguno. ¿Por qué estoy aquí? Me levanté y como por inercia corrí hacia una gran puerta doble que se alzaba imponente atrás de mí, pero a cada paso...
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