Las ganas de besarme y abrazarme te comían en las noches, caprichos pasajeros llenos de temor para llenar un vacío sin fondo. Deseos llenos de culpa y soledad que solo un cobarde podría imaginar. Mi presencia te acobijaba cuando lo pedías, muy tonto el deseo, ahí estaba, no era difícil pedirle algo, pues el deseo era...
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