Desde que estoy pelada nunca había vuelto a pensar en ponerme linda o en besar a un hombre. En ese lugar siempre me había cruzado con gente atormentada, hasta que lo vi a él, con su cicatriz dividiéndole la nuca, pero con una sonrisa abotonada entre las orejas. Después de las agotadoras sesiones de quimio...