Cada cosa al rededor nuestra historia guarda en su interior. Cada carta y cada palabra que no nos animamos a decir, se guarda en nuestro árbol interior, una hoja por cada lágrima derramada, cada flor por sonrisa y una brisa que nos trae paz.
Es posible que no haya pruebas científicas de esto, pero para los que viven en el campo es una realidad que ha creado tradiciones y costumbres que con el tiempo fortalecieron.
Dos lenguas, una isla nació como parte de un proyecto dedicado a las voces de mujeres migrantes cubanas. Aunque quedó fuera de la selección final, sigue siendo una pieza que atesoro, y por eso hoy la comparto en este espacio, el lugar donde quiero que encuentre a sus lectores.