Una madrugada de verano, a finales de la cursada del quinto año del colegio secundario, con Lauta y Eze, no teníamos otra cosa que hacer más que emborracharnos y salir a caminar. Entre bromas y conversaciones absurdas, casi sin darnos cuenta, llegamos a las inmediaciones del Parque Sarmiento. Unas rejas verdes serpenteaban alrededor de un...
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