Ya las agujas del reloj resonaban, tan incandescentes en aquellos oídos carentes de percepción en su esencia. Era el sonido que daba pie a esa oscuridad; esa que, en su propia naturaleza, se enarbola de poseer tanta belleza. Y está claro que aquel que niegue una afirmación tan veraz como esta debería ser castigado al...
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