Hablando de esa mirada que tiene el corazón, que vive en el espacio infinito de tu pecho, que ilumina los caminos más oscuros... La que brilla por sí misma, independiente, desapegada, aporta su luz en cualquier lugar por el que se mueva, a cualquier ser al que se le acerque.
Al final, no es el tiempo, no es el espacio. El tiempo sobra, se desalienta en la inmensidad del universo. Me da la sensación que en los momentos claves, «le queda grande la camiseta». Por el contrario, en el instante se condensa la existencia, la razón de ser, la pasión que nos impulsa, la felicidad fugaz, la...