No te conozco, no sé quien eres, pero ya te quiero. Solo necesito el hecho de encontrarte, doncella misteriosa, para poder amarte. Que en mi cabeza rebota tu presencia, la cual no tiene cuerpo, ni nombre. Tan solo vaga una tierna luz blanca, llena de sosiego. Y brilla como astro en mitad de la penumbra...
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