Trasíbulo dará una misteriosa exhibición de poder a Periandro. Hárpalo es sometido a dicha prueba, lo que parece involucrar a un esclavo con capacidades sobrenatrurales.
Recuperado de su lesión, Pítaco llega a Atenas con el propósito de reunirse con Solón. Allí conoce a Pisístrato, un niño que lo guía por la pólis y le revela que Solón es un loco que perdió el juicio por completo, pero Pítaco no lo creerá hasta verlo con sus propios ojos.
Pítaco conoce a Anacarsis, un bárbaro escita con modales y costumbres extravagantes, que también es amigo de Solón. Reunidos los tres, contemplan la situación crítica de Atenas e idean un plan para recuperar la isla de Salamina de los dominios de Teágenes, el tirano de Mégara, pólis vecina y rival de Atenas.
Ya junto a Epiménides, los sabios regresan a Atenas y, el día indicado, ponen en marcha la meditada gesta. Pítaco engaña a los megarenses haciéndose pasar por un desertor ateniense, pero se enfrenta a la ardua prueba de persuadir también a Teágenes, el poderoso tirano de Mégara.