Ya junto a Epiménides, los sabios regresan a Atenas y, el día indicado, ponen en marcha la meditada gesta. Pítaco engaña a los megarenses haciéndose pasar por un desertor ateniense, pero se enfrenta a la ardua prueba de persuadir también a Teágenes, el poderoso tirano de Mégara.
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