La Generación Z trabaja tras mostradores y cajas registradoras, con sonrisas aprendidas y gestos vacíos, mientras intenta costear estudios y un futuro incierto. Crecieron entre pantallas y redes sociales: hiperconectados, pero a menudo distantes; expertos en tecnología, pero novatos en empatía. Son la primera generación digital y la última en creer que la ternura puede...
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