La noche aprisionó con garras huesudas la casa de los Miller. Un silencio sepulcral se alojaba en las paredes, ni siquiera los animales nocturnos eran lo suficientemente osados para entontar sus proverbiales melodías. La habitación de huéspedes estaba sumida en una penumbra inquietante, era seca y rancia, como un pedazo de madera podrida. —Le notifiqué...
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