La madrugada me encontró como ayer. Solo. Una botella a medio terminar. Dos cubitos muriéndose en el fondo de un vaso con borra de vino. Una mesa de madera chueca, sin mantel. El cenicero lleno de cenizas. Un paquete con el último pucho. La lengua amarga, despistada por el agua podrida. Cinco sentidos baleados y...
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