El ritmo

Extracto de la lección Jugando con nuestro público, cedido por Talleres de Escritura Creativa Fuentetaja a la Fundación Escritura(s) para ser leído en el Club de escritura.

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Cuando empezamos a escribir es fácil que pasemos una primera fase de enamoramiento y eso es bueno, muy bueno diría yo, para que nuestra relación con la escritura se establezca. Pero también es necesario que esos defectillos, casi imperceptibles al principio se vayan reconociendo a medida que avanzamos, para que esa relación con la escritura sea más sólida. Y tal como ocurre en el enamoramiento, también aquí, tendremos que poner un suelo y un techo a nuestra imaginación.

Vamos a ver cómo analiza uno de los grandes enamorados de la literatura, Roland Barthes, la estructura del relato de ficción. Porque en un cuento, lo mismo que en un edificio, conviene distinguir entre vigas, paredes maestras, ladrillos y decoración.

Roland Barthes, crítico, ensayista y semiólogo francés

 

Empiezo por deciros que cuando alguien me pregunta cómo se escribe un cuento o una novela, suelo contestar: primero una frase y después otra… Esto provoca sonrisas escépticas pero es, en principio, algo bien cierto. De hecho, la lingüística se detiene en la frase, porque más allá de la frase nunca hay más que otras frases. A mí me parece que mirándolo de esta manera uno puede comprender que escribir un cuento o una novela no es una empresa imposible. De este modo, partimos de la frase, que es el menor segmento representativo de un discurso; y por otro lado, con esa sucesión de frases, vamos componiendo el discurso mismo.

Claro que no todo es tan simple, porque ese conjunto de frases que se suceden para formar el discurso no están dispuestas a lo tonto, sino que a través de la sucesión tendremos que conseguir un discurso organizado. El discurso, sí, está compuesto de frases, pero debe ir más allá de la frase y ser objeto de una segunda lingüística. Esta lingüística del discurso ha tenido durante mucho tiempo un nombre glorioso: la retórica.

Bien, pues visto que el relato participa de la frase pero que no puede reducirse a una mera suma de frases, el paso siguiente es trabajar con el sentido del relato. Pero el sentido del relato no es algo plano sino que depende de varios niveles… Y lo primero que conviene saber es que estos niveles de sentido son operaciones, sistemas de símbolos, reglas que debemos emplear para representar las expresiones.

Quizá estéis pensando que la cosa se complica, y tenéis toda la razón, así que trataremos de ir aclarando poco a poco todos estos pormenores. Digamos para ello que Todorov propone trabajar sobre dos grandes niveles: la historia y el discurso y vamos a detenernos un momento en lo que es cada cosa.

Historia es, desde los formalistas rusos, la fábula, el argumento, es decir, el conjunto de los acontecimientos relatados y su exposición objetiva. Por lo tanto, la historia comprende una lógica de las acciones y una sintaxis de los personajes.

Por otro lado el “discurso”, en lingüística, es el nombre que recibe el área de los procesos de comunicación superiores al enunciado o frase.

(…)

 

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