El personaje como centro y motor del relato. El conflicto

El personaje es el centro del relato. Sin él no hay historia. Por eso nos acordamos más de don Quijote que de Cervantes, más de Hamlet o de Otelo que de Shakespeare.

Pero ¿Por qué a los seres humanos nos gustan las historias con personajes ficticios y por qué los escritores necesitamos crear personajes ? Si hubiese que buscar una explicación la razón es la misma que la que dábamos para comprender por qué escribimos. Somos seres incompletos con una sola vida y con la vocación o la fantasía de vivir mil como decía la cita de Vargas Llosa. Creando personajes vivimos en ellos, nos multiplicamos y nos explicamos.

Igual que las personas reales somos un grupo de células Forster decía que el personaje es un grupo de palabras al servicio de una historia. Si logramos hacerlo bien esas palabras se mueven, adquieren vida porque están hechas de una materia prima que también es humana.

Todos llevamos dentro una infinitud de seres distintos. Creamos personajes por identificación o por contraste. Persona es máscara en latín y el personaje literario tiene algo de eso, de doble versión del escritor que lo crea. Nuestros personajes son parecidos a nosotros y a las personas que conocemos o radicalmente distintos. Pero los creamos desde nuestra propia singularidad. Nuestros personajes son únicos como distinta es nuestra cara o nuestra huella dactilar.

El personaje es el centro y motor de cualquier historia que queramos inventar. Lo que le da su fuerza y su tensión. Y cualquier personaje que podamos imaginar será una imitación de los seres humanos. Por muy extraño que sea, incluso si es una piedra, una tormenta o una creación de ciencia ficción lo que le da el carácter de personaje en la historia es su parecido con las personas reales.

Con este tema llegamos al final del taller. Podría ser el principio de otra etapa. Hasta ahora hemos indagado en nosotros, nuestra historia, nuestros sueños, deseos, ideas para ponernos a escribir. El objetivo final era este: ser capaces de construir un personaje creíble. Si conseguimos un buen personaje la historia se nos dará por añadidura, no hay historia sin personaje ni personaje sin historia.

Para conseguir un buen personaje el mejor modo de hacerlo es conocerlo a fondo. Como ya he dicho lo podemos crear o, mejor dicho construir, inspirándonos en alguien conocido, en nosotros mismos en alguna época de nuestras vidas o mezclando elementos de varias personas. Una vez tengamos la primera idea imaginemos como es físicamente, qué edad tiene, cómo es su cara su cuerpo. Cómo se viste, qué gestos hace al andar o al hablar. ¿Tiene algún detalle que lo distinga?

Los personajes deben ser personas singulares que hagan cosas concretas en un espacio dado y durante un tiempo determinado. Decíamos que la novela es sobre todo una historia. Hechos colocados unos detrás de otros sostenidos por los personajes. Una acción en narrativa vale más que mil reflexiones.

Todo este proceso se facilita si hacemos una ficha de los personajes de nuestra historia sobre todo si se trata de una novela. Eso hará que los conozcamos mejor y que no caigamos en contradicciones a través del texto. Un personaje que es rubio no puede ser de pronto pelirrojo sin una explicación.

Pero más importante que sus rasgos físicos será saber qué es lo que quiere dentro de la historia, que le mueve, qué le motiva. ¿Tiene fobias, filias, costumbres, manías?

Aunque sepamos como es desde el principio de la novela y conozcamos el final de su historia a la hora de ponernos a escribir será mejor presentar al personaje poco a poco.

Por lo que dice, lo que hace o lo que piensa iremos dibujando durante el transcurrir de la novela ese personaje que tenemos en nuestra mente y puede que también en nuestra ficha de trabajo. Siempre es necesario dejar cosas sin contar para el final. Cada persona esconde un misterio y para que la novela funcione es necesario que dejemos sin desvelar al principio pequeños enigmas o secretos que harán que el lector no pierda el interés de seguir leyendo.

Si entendemos la historia como un conflicto (sin conflicto no hay historia) espesar un argumento es buscarle complicaciones al protagonista.

Decía Gardner que no hay ninguna ficción que pueda revestir verdadero interés si el personaje central no es un agente que se esfuerza por sacar adelante sus propios objetivos. Si es una mera víctima sujeta a la voluntad de los demás. Cuanto más noble sea el objetivo , más interesante será el relato. Alguien quiere algo y ahí empiezan los contratiempos

Si Pepe quiere a Pepa y son felices no hay historia. La vida es lucha, logros y fracasos, la literatura, en eso, imita a la vida..

Al final lo que el lector recordará de la historia que escribamos no será la anécdota sino el ambiente, el personaje, el sabor, el conflicto.

Pero hay que complicar la vida al personaje. No a los lectores.

Aristóteles decía que el arte era contar “lo que podía suceder”. Una técnica para hacer avanzar la historia es preguntarnos ¿Y si… ? para hacer que nuestra imaginación se ponga en marcha esta pregunta nos pone ante el personaje y la situación.

Pero también la imaginación tiene sus reglas. Si unos niños juegan a los indios conocen esas reglas de su juego imaginario. Por ejemplo si el que ha sido herido en combate se levanta el otro le dirá: -No vale, tu estabas muerto.

Los niños como nadie dominan esa lógica de la imaginación que se rige por tres principios: Coherencia, verosimilitud y orden.

Cuando preguntamos en una historia ¿Y si… ? A continuación surgen otras preguntas:

¿Quién? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?

Pero para responder no valen los tópicos ni las generalidades. Los personajes actúan, recordémoslo, en un tiempo y en un lugar concreto.

Forster en las famosas conferencias que publicó bajo el título Aspectos de la novela hizo una clasificación de los personajes que todavía se mantiene en pie.

Los personajes redondos que suelen ser los protagonistas. Son los personajes complejos que se contradicen, que no son predecibles, que cambian durante el transcurso de la novela. En definitiva personajes que viven un conflicto que intentan superar o resolver durante las páginas que dura el libro.

Según el Diccionario de términos literarios de Estebánez Calderón protagonista viene de protos: primero y agon: combate, diálogo con la cual se designaba en el teatro clásico al actor principal.

Ese diálogo, esos obstáculos, es lo que hemos denominado conflicto y mientras este subsiste la historia sigue teniendo interés para el lector. En algunas novelas de aventuras o telenovelas él o la protagonista es un personaje plano, predecible que desde que empieza la historia ya sabemos lo que va a hacer pero esto no es lo normal en laliteratura.

También hablaba Forster de personajes secundarios. Existen en cualquier historia y se ponen de contrapeso al personaje o los personajes principales. Su función no es banal porque el protagonista se relaciona con ellos y a veces adquieren cualidades cercanas a las del personaje principal. Hacen más verídico el relato y por lo tanto gozan de cierta complejidad que los hace verosímiles.

Los personajes planos en cambio carecen de esa mínima complejidad, son predecibles y puramente instrumentales, como mojones que se encuentran en la historia en los que apenas nos detenemos. El chófer del taxi que lleva a la protagonista, el cartero que trae una carta, el viandante que da animación a la calle por la cual pasean los novios.

Hay personajes que nacen como planos y luego crecen y se hacen complejos como sucede en la vida real cuando conocemos mejor a alguien que no nos producía la menor curiosidad.

Ya vimos cuando hablábamos del narrador como este es un personaje más de la historia aunque se oculte y cuente la historia desde una posición omnisciente y en tercera persona o se reparta entre varios personajes.

En las historias en primera persona el protagonista suele ser además el narrador de la historia. Tendremos que tener en cuenta al crear un narrador- protagonista esto nos limita porque no puede ser omnisciente, es decir un narrador protagonista sólo puede saber de la historia lo que ve por sus ojos o lo que le cuenten. Hay veces que la voz del narrador se le da a un personaje secundario, es decir a un narrador-testigo. Un ejemplo clásico es El Gran Gatsby esa maravillosa novela de Scott Fitzgerald que os recomiendo si no la habéis leído donde un amigo es el que cuenta la historia de Gatsby.

En el siglo XIX y XX frente al héroe único de las historias antiguas el pueblo entra en escena. Aparece entonces el personaje colectivo que actúa en grupo ya sea en una manifestación, en una guerra o en una revolución.

También las fuerzas de la naturaleza son personajes de muchas historias tradicionales:

La prosopopeya o personificación es una figura lógica consistente en la atribución de cualidades o actividades humanas a seres inanimados (piedras, agua) o animados (plantas, animales) y a conceptos abstractos (sabiduría, culpa, por ejemplo en los autos sacramentales).

En la retórica clásica se consideraba también prosopopeya el recurso literario de atribuir la palabra a personajes ausentes, a los que se evoca en acto de comunicar sus ideas y sentimientos. La personificación de la naturaleza es un procedimiento frecuentemente utilizado por los poetas que la convierten en destinataria y confidente de sus propias vivencias y sentimientos.

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