Si uno pretende ser un buen escritor, lo suyo es que sea, también, un buen lector. Ambas cosas son tan inseparables como un par de hermanos siameses unidos por el cráneo… De hecho, leemos antes de aprender a leer. Porque leer no es sólo decodificar lo escrito. Leer también es adivinar los pensamientos, los sentimientos, los estados de ánimo de alguien por su semblante exterior, por su actitud. Y manejar estas dos cosas; los signos gráficos y el sentido figurado de los signos, es básico en cualquier comunicación. Ahora bien, a este proceso de comunicación, para que se considere artístico, hay que añadirle, además, alguna dosis de extrañamiento.
Quizá las palabras que G.K. Chesterton dijo del arte de Dickens os acerquen un poco más a esta idea:
Su afición lo llevaba a pintar seres que flotan en una especie de alegre despreocupación, en un mundo liberado del tiempo, completamente libre de las circunstancias, aunque la frase parezca peregrina cuando se recuerdan las cabriolas fantásticas de Pickwick. Pero todos los incidentes de Pickwick, por extraños que sean a menudo, tienden a la extrañeza más grande aún de las almas, o algunas veces a hacer que el lector toque con el dedo −si es lícito expresarse así− esta extrañezamisma.
Con esta lección intentaremos ver de qué manera logramos que nuestros lectores toquen con el dedo esa misma extrañeza.
Vamos, pues, a tratar sobre el extrañamiento. Por “extrañamiento” entenderemos aquí una forma de invención de historias. Y por ello, vamos a centrar el procedimiento en el nivel de la invención.
Hablamos de extrañamiento cuando un texto literario se construye sobre una percepción inédita de la realidad. El extrañamiento, pues, supone una ruptura de la familiaridad a la hora de enfocar el contenido de una historia. Como recurso literario aparece aproximadamente en el siglo XVIII, ligado a una intención satírica y de crítica social. El texto emblemático en este sentido serían las Cartas Persas, de Montesquieu. Un libro muy influyente, donde el autor enfoca la sociedad de su época, sus usos y sus costumbres, desde los ojos de un extranjero, un persa, para quien las cosas más normales tienen un aire insólito, extravagante, incomprensible en el fondo.
Después de Montesquieu, el extrañamiento pasa a convertirse en un recurso estrella en toda la literatura satírica. Está presente en obras como las Cartas Marruecas, de José Cadalso, En otros lugares, de Henry Michaux, Las ciudades invisibles, de Italo Calvino, o −una obra reciente− Sin noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza.
El extrañamiento es un recurso muy intenso. Y en cierto modo podríamos decir que se relaciona significativamente con la esencia misma de lo literario…
Que lo que hace, en realidad, es exacerbar un rasgo que siempre, en mayor o menor medida, está presente en cualquier obra literaria de valor.
En efecto: lo que consigue el extrañamiento es desautomatizar nuestra experiencia de la realidad, renovar el asombro. Levantar esa capa de rutina y “familiaridad” que tiende a volver opaca nuestra experiencia corriente.
Esto también lo hace un poema, cuando nos revela la belleza de las cosas simples y familiares. Y lo hacen, a su modo, la novela y el cuento, cuando nos muestran todo el significado y la intensidad que puede encerrarse en unas vidas anónimas.
Lo que ocurre es que el extrañamiento le añade a esta “revelación” de la realidad una intención que podríamos llamar subversiva, o cuando menos inquietante, incómoda.
En efecto: cuando miramos la realidad común desde una perspectiva no familiarizada, ajena, extraña, sentimos que las cosas son como son… pero que podrían ser de otra manera. La divisa del extrañamiento podría ser:
“Nada es tan obvio como nos parece. Nada es demasiado “natural” en la vida humana. Todo obedece a convenciones…”
Y si obedece a convenciones, puede cambiarse. Por eso decíamos que el extrañamiento es un recurso casi “subversivo”, muy ligado al relativismo cultural. Y por eso también, aunque haya precedentes en la literatura, se trata de una forma de invención que necesita, para prosperar, el respaldo de una cultura crítica.
FORMAS DEL EXTRAÑAMIENTO
Básicamente, dentro de un texto literario, el extrañamiento puede darse en dos niveles.
En el punto de vista
−En el contenido mismo del texto
* Se produce extrañamiento en el punto de vista cuando la historia se narra desde una perspectiva insólita:
−Ya sea porque el personaje que cuenta la historia no está familiarizado con las situaciones que describe; como sucede en Sin noticias de Gurb.
−o bien, porque la historia se cuenta desde un punto de vista inconveniente, inadecuado a la situación. Un ejemplo sería el beso de una pareja descrito científicamente por un biólogo molecular. O Instrucciones para subir una escalera, de Cortázar, donde un hecho mecánico es descrito como una tarea racional.
* El extrañamiento se da en el contenido de la historia, cuando el argumento se refiere a algo −un objeto, una persona, una situación− donde se encuentran, juntas, cualidades contrarias e incompatibles. El ejemplo, en este caso, es el cuento de Cortazar Tía en dificultades. En este texto se mezclan, e intercambian sus cualidades, dos cosas contrarias:
−una tía− es decir: algo, en principio, dulce y entrañable−; y las cucarachas, seres grimosos y repulsivos.
LO SINIESTRO
En el texto de Cortázar, nos encontramos también ante un modo de extrañamiento frecuentísimo en el arte del siglo XX, y que constituye, en sí mismo, casi una forma de sensibilidad. Nos referimos a lo siniestro.
“Lo siniestro” es el título de un ensayo breve de Freud, donde estudió este efecto a partir de un cuento de Hoffmann, El hombre de arena. En este ensayo, Freud define lo siniestro como la mezcla de lo máximamente familiar y lo máximamente extraño.
La fórmula es exacta y concisa. Contiene la clave de esa fascinación que lo siniestro ejerce sobre nosotros, y que está, ya decimos, en una parte importantísima del arte de este siglo. Está presente de continuo en Kafka, por ejemplo, pero también se aplica perfectamente al cine de Hitchcock. A la fórmula de “lo siniestro” responde una película como Los pájaros, donde algo familiar y cotidiano se revela de pronto como amenaza mortífera, casi como un azote diabólico.
Para que vuestra comprensión del tema sea lo más completa posible os proponemos estas lecturas que esperamos sirvan para entender distintas maneras de extrañamiento.
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