Era una noche lluviosa, me desperté sobresaltado al escuchar la sinfonía de goznes de las puertas entreabriéndose.

  Supuse que era el viento y la lluvia que se habían colado dentro de la casa.

Me asusté demasiado, de pronto no era el viento…

Ruidos sospechosos alertan de una presencia que muta.

Descubrí sorprendido que no podía hablar ni mover la cabeza ni las extremidades 

Alguien me había cocido la boca con hilo de cáñamo.

No podía gritar, percibí angustiado que estaba embalsamado en mi propia cama.

Escuché pasos de una persona que venía hacia mí.

– Descanse señor, mañana es otro día…

Era la criada satánica.

Puntúalo

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