No, nunca me habría imaginado despertar de esta manera, con una gigantesca tarántula azul tejiendo un capullo de seda alrededor de mi cuerpo.
Naturalmente, lo primero que pensé fue que seguía dormido todavía, experimentando algún tipo de pesadilla atroz…así la clara luz de la mañana colándose a través de una ventana semiabierta se empeñase en recordarme por medio de su gentil tibieza que todo aquello sí estaba ocurriendo en verdad.
Dirigí entonces una fugaz mirada hacia el reloj despertador sobre la mesa de noche: eran las nueve y media. A las diez tenía programada una entrevista de trabajo en una oficina cercana al edificio en donde vivo, mientras que a las doce pensaba almorzar con unos amigos, pero era evidente ya que mis planes para ese día habían sido desbaratados.
«Este tipo de cosas sólo me pasan a mí… » Lamenté para mis adentros, tristemente resignado a ser siempre víctima de circunstancias fuera de mi control.
Se me ocurrió entonces intentar comunicarme con mi inesperado visitante de ocho patas, a quien formulé todo tipo de preguntas en un vano intento por comprender un poco mejor la situación en la que estaba metido; pero como era de esperarse, el inmenso arácnido se mostró completamente indiferente a mis interrogantes, dedicándose más bien a seguir envolviéndome con la pegajosa seda que brotaba de su abdomen.
― ¿Verdad que esto es solamente parte de un mal sueño y que no me he despertado aún? ―fue lo último que alcancé a preguntar antes de quedar totalmente envuelto por la seda, incapaz ya de realizar ningún movimiento.
Y no habiendo más que hacer, opté por dormirme nuevamente, soñando con que despierto en mi cama como cualquier otro día, que asisto a mi entrevista de trabajo programada a las diez, bromeando luego a la hora del almuerzo con mis amigos respecto a una rara pesadilla que tuve la noche anterior, sobre una gigantesca tarántula azul que me envolvía en un capullo de seda…
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