Ayer noté una gotita de agua en la esquina de la habitación principal. Era pequeña. Diminuta. La olvidé. Hoy me miró. Saludó con humedad y una chispa de remembranza. Absorto y distraído, agité la mano con el cepillo de dientes. La cortesía es muy importante. Sonreímos aliviados. Al mediodía, almorcé con Estela y con la chiquita. Conversamos de las fiestas del 2024; y de otras memorias, algunas opacas; otras más vívidas y lúcidas. Feliz, o casi sonriente, descubrí mis últimas huellas y las repetí descalzo. Curioso, miré hacia la esquina de la habitación. Ya no era una gotita de agua. «Humedal(es)» escuché en un sonido líquido, relleno de burbujitas y un gran ojo sin boca. Respiré profundo y comprendí. Es aún una gota de agua, reflexioné. Es…una simple humedad en la esquina de mi habitación. Esa noche no dormí. En la oscuridad, escuchaba los diálogos húmedos, los gritos burbujescos, las lágrimas de algunos humedal(es) y nuevas voces…Mañana llamaré a la gota-humedal(es) y le preguntaré si tiene un diccionario o un traductor para saludarla con la humeda cortesía que merece o merecen.
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