El lector atrapado

El lector atrapado

Miry Calabrese

12/01/2025

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Un parque en una tarde soleada de otoño.

Un hombre sentado en un banco lee un libro. Otro hombre vestido con ropa oscura, oculta su cara con una mascarilla negra y gafas también oscuras se acerca despacio.

─No haga Ud. ningún movimiento raro, siga leyendo y escuche lo que voy a decirle.

─¿Pero… qué quiere, quién es usted?

─No se preocupe, no le haré daño, no grite, ni trate de llamar la atención y todo irá bien.

─¿Esa pistola es de verdad? Ay, por favor, solo estoy leyendo aquí tranquilo, ¿quiere mi dinero?, se lo daré, solo déjeme algo para volver a mi casa y ya está.

─No quiero dinero, me sentaré a su lado, tranquilo, ve solo abro el maletín..

─Sí, lo veo, pero qué tiene en el maletín, mire tengo familia, dos hijos, una esposa, cuidado por favor con la pistola, apunte para otro lado.

─Ya le dije que no le haría daño alguno, mire ¿ve este cuaderno?

─Sí, claro que lo veo.

─Tome, ábralo y verá un escrito allí, es un cuento que escribí, tiene que leerlo, ahora mismo, ¿entiende?

(El hombre toma el cuaderno, le tiemblan las manos)

─Bueno ahora, solo lea, así como leía su libro.

─Claro, bueno, deje que me concentre por favor.

(Al cabo de unos minutos…)

─Bueno, le diré que está muy bueno este cuento, ¿lo escribió usted?

─Sí, ¿De verdad le parece bueno, no me miente?

─Es muy bueno me ha gustado mucho.

─Es que sabe, nadie lo quiere leer, la gente es muy egoísta y envidiosa, eso es, mi familia tampoco lo quiere leer, y eso que hice siempre mucho esfuerzo para inculcar a mis hijos el hábito de la lectura, pero no hay caso, solo les gustan los videojuegos, pasar el tiempo, así inútilmente.

─Eso que comenta es así, tiene toda la razón. Bueno, ¿ya está, entonces, me puedo ir?

─Sí, por favor perdone si lo he asustado, no tengo otra opción..

─No es nada, bueno, no se deje la pistola, mejor guárdela, no vaya a ser que pase la policía. Adiós, que le vaya bien con el cuento.

─Gracias, pero ya se lo he dicho, así por propia iniciativa no lo quieren leer. Adiós, ah por cierto, ¿Cuál es su nombre?

─Soy Pedro ─responde el hombre─ mientras se aleja a toda prisa.

─Y yo soy Bernardo, discúlpeme eh…

«Hay que ver las cosas que tengo que hacer para que alguien lea lo que escribo»

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