«Diálogos con una estrella»

Un día, me dirigí a la orilla de una playa poco concurrida y caminé durante unos minutos. Donde la arena me pareció más tibia, me senté. En medio de la noche, aprecié el blanco de la espuma de las olas, lo que hizo que mis ojos se adormilaran. Así que me incliné hacia atrás, dejándome caer sobre la arena para mirar el cielo.

Era una noche estrellada, pero había una estrella que surcaba el cielo en dirección este. Mirándola, le pregunté: “¿Te sientes como yo, estrella que sola navegas en el mar de los cielos y que en tus trayectos admiras a las otras que ya encontraron su lecho?”

Ella me contestó, con voz de espíritu viejo: “Al contrario, soy libre de moverme; en cambio, las otras se mantienen aferradas a sus espacios designados, como presos a sus celdas. Así que incluso yo, una ‘anormalidad’ para ellas, puedo ganarme la vida como corresponsal. Solo depende de nosotros asignarle un significado a la palabra ‘vivir’. No dispongo de un lecho, pero soy libre y el movimiento es la esencia de la vida”.

Entonces, me desperté y recordé el sueño. Pude concluir que la vida es sinónimo de oportunidades y que solo se pierde al dejar de intentar. En aquel instante, comprendí que vivir es seguir avanzando, aun cuando el camino tenga mil obstáculos.