POLICÍA

Esa
noche hacia muy bueno y con un amigo, nos decidimos a salir para dar
una vuelta por la ciudad, el Castillo. Desde el mirador del mismo, se
veía una panorámica preciosa desde arriba, de toda la ciudad. Mi
amigo conducía, era ya de noche y solo la luz de las farolas nos
acompañaba en nuestro paseo.
De
repente escuché una voz que me llamaba por mi nombre. En un
principio pensé que era mi amigo, un hombre vestido de policía,
sentado detrás de mí.

Mi
amigo me decía que estaba muy callada. Pero yo sorprendida de la
situación, le dije que estaba disfrutando del paseo en coche por
todo lo que veía: las luces, los árboles en penumbra….

Mientras
tanto el policía seguía hablándome y diciendo que estaba allí por
un motivo, que era yo la única persona en este mundo que podía
verle. Le pregunté a mi amigo que si se había dejado un disfraz en
la parte de atrás de policía. El me dijo que no, hacía mucho
tiempo que no se disfrazaba.

Entonces
me di cuenta que era la única que se percataba de la existencia de
un hombre vestido de policía, al que no sabía diferenciar el rango
de sus medallas puestas en la solapa.

El
policía comenzó hablarme, contándome mi vida con pelos y señales.
Yo me quedé en silencio y con miedo, mi tripa empezaba a encogerse,
trataba de pensar que estaba soñando despierta.

 Mientras que me hablaba, yo le contestaba con los pensamientos de mi cabeza. Pronto
aparcamos, según se apagaron las luces del coche, este se paró. Mi
amigo se quedó inmóvil. Yo me asusté, pero el
policía me dijo que nada malo iba a sucederme, que confiase en él.
Salimos del coche:  miedo, sola, acompañada de alguien al que
nadie podía ver. 

Subimos unas escaleras, no se veía a nadie, pero
el policía insistió en que siguiese adelante. Andando unos cuantos
pasos nos encontramos tres chicos con vasos grandes en las manos,
venían tambaleándose hacia a mí. Cuando estuvieron lo
suficientemente cerca, el policía les empujó y sorprendidos se
fueron. 

Seguimos hasta llegar a un bar grande lleno de gente. Había
chicos jóvenes bailando y bebiendo, tanto dentro del bar como por
los alrededores. Fuera con bolsas llenas de bebidas, que tomaban en
unos grandes vasos de plástico. 

Apareció una chica vomitando.
Entonces el policía cogió de mi mano y me dijo que nadie podría
vernos. Hizo que buscase en su bolso. Pronto encontré su dirección
y su móvil. Una vez que supimos donde vivía, cogidos los tres de la
mano, en un instante estábamos en su casa. Cuando la dejamos allí,
volvimos al mismo sitio donde habíamos estado en un instante.

Así
estuvimos toda la noche, auxiliando a más jóvenes.

-¿Por
qué me eligió a mí el policía?

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