En homenaje al centenario de Franz Kafka.
En la oscuridad de la noche, una mujer sentada en su jardín bajo el cielo negro observaba todo: la luna, las estrellas y los bichos que pasan por doquier. En el silencio oye un susurro como una voz. La mujer asustada voltea y ve una imagen oscura con formas casi humanas y algunas luces en sus ojos. Él le habla de las estrellas, de la luna y su soledad con una voz más clara, y ella atenta lo escucha. El viento pasa incesantemente y sus palabras se las lleva y vuelven. La curiosidad de la mujer es más grande que el miedo y quiere saber todo. Cómo fue creada cada cosa. Pero el viento incesante lleva su voz y sus palabras lejos. Cesó aquella conversación y luego de un rato la mujer busca entre las plantas a ese ser, que no encuentra. No hay nadie y ella se retira pensando que era su imaginación o que se está enfermando. Al día siguiente ella riega las plantas, pero no encuentra el ser que le habló. En la noche ella se sienta lejos de esas plantas que cuidó tanto, y la voz vuelve, y le habla por detrás. Asustada, busca la manera de pararse de aquella silla; con problemas lo logra, y mira con miedo buscando de dónde sale esa voz, y ve una oruga regordeta que la mira con sus ojos negros y verde cuerpo.
—Sí, soy una oruga, la que daña tus plantas y come sin parar. Mi cuerpo regordete es producto de la ansiedad de comer tanto, para luego ser transformado en una mariposa. La cual amarás, pero ahorita me odias.
—¡Qué horror! ¡Tienes mis plantas destruídas, sus hojas parecen coladeras!
—Luego seré un polinizador ya que en cada flor me verás.
—¡No me interesa tu polinización!, los quiero lejos de mi jardín.
—¡Pronto!, solo espera algo de tiempo y no me verás más.
La mujer todos los días se sentaba lejos de aquella oruga que, inmutable, ya no hablaba. Pero algo extraño pasó una noche: ella no se levantó de su silla y la oruga dentro de su capullo salió y, cuando sus alas se llenaron de oxígeno, voló y se posó en la nariz de la mujer. Veía cada parte de su rostro, y con sus patas tocaba aquella nariz, pálida y fría. Y ahí la mariposa se dio cuenta de que no sufrió la metamorfosis sola, sino la mujer también. Cuando él abría su capullo para salir, la mujer lo hacía al mismo tiempo.
Una pequeña bio de Franz Kafka.
Nació el 3 de julio de 1883 y falleció a los 40 años de edad, el 3 de junio de 1924, en el sanatorio de Klosterneuburg, Austria. La causa de su muerte fue tuberculosis laríngea e inanición. Kafka escribió tres novelas (El proceso (1925), El castillo (1926) y América (1927)), una novela corta, La metamorfosis (1915), y cierto número de parábolas y relatos breves.
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