Bernardita era una niña a la que habían inculcado desde muy chiquita que todos los seres vivos tenían sentimientos.

Dicha enseñanza fue a causa del nacimiento del benjamín de la familia, Benjamín se llamaba.  Un bebé precioso, regordete y feliz , lo opuesto a su hermana que era una niña debilucha  y enfermiza, cuya cara inexpresiva no causaba demasiada empatía en nadie.

Ella solo era feliz estando horas en la piscina junto a su padre que le colocaba un salvavidas en forma de cisne, para evitar que se ahogara y para que se sintiera segura.

Una tarde mientras el niño tomaba su siesta, la madre vio como Berni,  sostenía a su hermano en su regazo y lo regañaba con dureza por estar todo mojado.

Los padres creyeron que sería  buena idea explicarle qué debía ser amable con todos y comenzaron ellos mismos a darle el ejemplo hablándole a las lechugas y a los tomates mientras hacían ensaladas.

Y asi fue, hasta que un día mientras regaba las plantas, tarea que debía realizar cada tarde, una mata de hierbabuena muy verde y frondosa, se dirigió a la pequeña con una voz muy aguda diciendo:

– ¡ Me estás tirando demasiada agua, controláte!.

Bernardita la miró sin sorprenderse y siguió empapándola moviendo la regadera aquí y allá.

– ¿No te han dicho que seas mesurada con nosotras? .

-Si -respondió mirándola de reojo y con desconfianza.

– ¡Pues vamos qué me vas a ahogar , concéntrate en lo qué haces !.

-Siendo así …- dijo la pequeña encogiéndose de hombros y tomó un enorme salvavidas de junto a la piscina y se lo puso a  la mata que se destrozó inmediatamente,  mientras, la pequeña siguió regando otras plantas con mucho esmero .

Puntúalo

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS