eterna tarde de domingo
el universo transformado
en eterna tarde de domingo
he aquí la definición del hastío
el fin del universo
las huellas de otros
se hacen imborrables
salvo lo irremediable
todo es falso
falsa esta civilización
falsas las verdades de las que se arma
la infinidad de agonías
que se arrastran en torno a nosotros
todas las vidas
que son muertes ocultas
la realidad sólo es posible
por las deficiencias de nuestra imaginación
de nuestra memoria
el corazón
origen de todos los suplicios
¿cómo matar
de otra manera
el tiempo que ya no transcurre?
sufrimos por motivos
cuya nulidad espanta al espíritu
conservamos valores
cuya ridiculez salta a la vista
hemos nacido
en una eterna tarde de domingo
avanzaremos
antes de nuestra vejez
vendrá un tiempo en el que
retractándonos de nuestros ardores
doblados bajo las palinodias de la carne
avanzaremos
mitad carroñas
mitad espectros
heme
miedo
de actuar por sus mismos motivos
de creer en sus mismos fantasmas
de dejarme ahogar por sus mismas estupideces
miedo
finalmente
de ser normal
y heme aquí
en el alelamiento
en el mismo plano que los idiotas
tan vacío como ellos
el espasmo
respiro por prejuicio
y contemplo el espasmo de las ideas
mientras el vacío se sonríe a sí mismo
conformista
vivo
intento vivir
por imitación
por respeto a las reglas del juego
por horror a la originalidad
uno sigue
como todo el mundo
fingiendo atarearse
uno se resigna a tal extremo
gracias a los recursos del artificio
entendiendo que es menos ridículo
simular la vida
que vivirla
el clavo me susurra
devano las horas en torno mío
utensilios
objetos
que me intiman a perderme
el clavo me susurra
«atraviésate el corazón
las pocas gotas que saldrían no deben asustarte»
el cuchillo me insinúa
«mi hoja es infalible
un segundo de decisión y triunfarás sobre el presente»
la ventana se abre
sola
chirriando en el silencio
«lánzate
mi abertura es generosa
sobre el pavimento
en un abrir y cerrar de ojos
te estrellaras con el sentido
o sinsentido
de la vida»
y una cuerda se enrosca sobre un cuello ideal
adoptando un tono de fuerza suplicante
«te espero desde siempre
he asistido a tus terrores
a tus abatimientos
a tus masturbaciones
he visto tus sábanas estrujadas
la almohada que tu insomnio mordía
caritativa
te compadezco
y te ofrezco mis servicios»
la grieta
poco a poco
se han ido agotando
los motivos que me doy para seguir
para trabajar
para hacer algo
para abandonar la cama por la mañana
y entonces
se abre la grieta
por donde se asoma la nada
que se va ensanchando
ensanchando hasta ocuparme todo
y sumirme en la inmovilidad
y en la mirada vaga
ida
vacío
a veces paso horas
hasta días
sin percibir tu ausencia
y
de pronto
los recuerdos me inundan
creando la sensación de asfixia y vacío
de asfixia con el vacío
de vacío asfixiante
cambio
día tras día igual
como si los hubieran calcado
sólo yo cambio
cada día un poco más triste
un poco más cansado
el espejo
el espejo frente a la cama retiene los arabescos del cigarrillo encendido
el espejo
más que otros objetos
guarda en la memoria gestos
palabras
olores
el espejo
artificio y traición
la mesa
mi sombra
todos mis sueños
y todos mis insomnios
caben completos en esta mesa
una mesa sucia de migajas de pan
y de sudor de botella vacía
punto final
espero que al fin se seque este chorro de palabras
que no me deja dormir
ni llorar
ni ser nadie más
que una oración sin punto final
mancha a mancha
pasaron dos meses
antes de que me diera cuenta
que todo había terminado
mi vida retornaba a sus sencillas
inaguantables
rutinas
esperar a que se acabara el día
esperar a que
mancha a mancha
apareciera la poesía
¿a ti no?
¿a ti no te pasa?
¿no te pasa que
por las mañanas
no te da el alma para mirarte al espejo
por temor a empezar a escupirte la cara de rabia?
¿no te pasa
esa sensación de que debías haber sido otro
que no eres suficiente
ni para cumplir con lo mínimo que debe cumplir un hombre
proveer para sus mujeres
probarse ante sus semejantes
o
por lo menos
estar satisfecho ante los ojos propios
que del otro lado del espejo ven y miden?
que al menos aquellos ojos no miren con sorna
que al menos aquella mirada se muestre alentadora
feliz
maldita
¿qué pasó con el acuerdo tácito que teníamos la vida y yo?
yo no le iba a pedir la felicidad
me conformaría con el sustituto que me servía
en cambio
ella me dejaría tranquilo
y mira lo que me hace
¡maldita vida traicionera!
todo
estoy extraviado
vivo una vida ajena
incomprensible
me descubro de pronto sin asideros
haciendo lo mismo de todos los días
haciendo lo mismo que hacía a los diecisiete años
con la serena conciencia de que es absurdo
sin siquiera la ilusión de romper con todo
fugarme
irme a otro mundo
porque quien se siente verdaderamente desamparado
sabe que no hay otra vida
ni otro mundo
y uno también sabe
cuando se siente desamparado
que eso no le importa a nadie
contemplo un presente en el que nada es mío
en el que nada ha sido lo que parecía
y espero la muerte
al menos eso
la muerte
sí
con un resto de alegría
estoy lejos
un poco tonto en medio de la prisa
y la seguridad de los demás
que lo entienden todo perfectamente
no puedo reconocerme en ese personaje
que empuja el carrito del supermercado
que dice «sí
por supuesto»
que hace unas cuentas que no salen
y dice que sí
por supuesto
las cosas funcionan por su cuenta
y seguirá todo igual
sin mí
estoy aquí
sentado
esperando la llegada de un suceso
que me diga otra vez que ha merecido la pena vivir
cualquier cosa
una persona
una noticia
algo capaz de darle sentido
al sinsentido
de estar aquí
sentado
pensando en la cantidad de años aún por venir
dejando pasar los segundos
observándolos precipitarse hacia el fondo de la televisión
y cuando llegue
si llega
durará tan poco
será tan insignificante
tan nada
aunque
eso sí
contribuirá a hacerme más viejo
y al mismo tiempo
más impaciente
celos
entonces
todas las mujeres me parecían preciosas
las preciosas y las horribles
pero tú
vania
me hacías sentir un hervidero de peces
en aquella parte en la que la sangre se apelotona
y endurece
encerrado en la ilusión
me ensalivaba a mí mismo con mano agitada
y
viéndote con los párpados clausurados
sumergía mi carne de piedra
en una almohada doblada
cada noche
mojaba de tibia blancura
mi oscura y fría soledad
¡ay
vania!
a tu presencia le debía una fiebre sin remedio
tu ausencia era el resorte de mis dramas
el pivote de mis inquietudes
esa soleada tarde
nos sentamos en el bar
o sea
el bar de siempre
nuestro bar
no decías nada
sólo fumabas y hacías aritos de humo
era agradable
estar a tu lado
y ver cómo chupabas el cigarrillo
de pronto
te diste cuenta de que tu novio se hallaba lejos
entregado al ensueño
y le tomaste las manos con delicadeza
yo bebí mi cerveza a grandes tragos
temblando a causa de unos mareantes celos
me devastabas
las ganas que yo tenía de plantarte un beso en la boca
de cerrar el puño en torno a un mechón de tu pubis
de lamerte toda
de arrancarte la ropa
las ganas
querida prima-hermana
que yo tenía de decirte «te amo»
esa soleada tarde
me preguntaste si me sucedía algo
con las manos de tu novio todavía entre las tuyas
y contesté que no
que me sentía cansado
nada más
y nada menos
ayer
vania
te vi
muchos años después del amor
y del deseo
¡qué cruel es el tiempo!
círculo perfecto
te contemplo
deteniéndome en tu cabello
negro
espeso
y en tu boca carnosa
labios fuertes
grandes
muy aptos para el beso con mordisco
o para la felación
debajo de tu playera se esconden unas tetas prominentes
puntiagudas
calculo cómo se amoldarían a mi mano
si cabrían en la palma cómodamente
o si tendría que abarcar los dedos para abarcarlas del todo
si desaparecerían
fláccidas y arrugadas
en mi puño
o si opondrían resistencia de globo
mullidas y duras a la vez
en efecto
siento
en la cabeza que me cuelga de la ingle
el despertar de desolados anhelos
deseos inútiles
nebulosos
que no conducen a ninguna parte
y vuelven
poderosos
a la cabeza que me surge del cuello
completando un círculo perfecto
para cortarte las venas con galletas de animalitos
alguna vez
declaraste que soñabas con ser escritor
con morir por ello
con crear un gran libro
pero mentiste
quieres una mujer
amigos
ron con coca-cola
tequila con limón
una cerveza fría
cigarrillos
un café capuchino
un litro de leche
una hamburguesa
un perro
un empleo donde te digan
«¡vas bien!»
un poco de cotidianidad
y billetes en el bolsillo
quieres ir al cine
al teatro
a museos
a restaurantes
a cantinas
a putibares
a hoteles de paso
necesitas ir al dentista
a la farmacia
para comprar condones
una cama
para que la gastes fornicando hasta el amanecer
coca-cola
nuestros gemidos tintinean como monedas contra las paredes
la cama rechina
la habitación
alquilada por unas cuantas horas
se refleja en una coca-cola de lata
afuera
enfrente
hay una farmacia
ahí
lo sé
venden tres condones por quince pesos
pero nosotros
porque sí
¿por qué no?
a pelo
lo hacemos a pelo
bubblegum
en nuestra mesa
la bebida es la cerveza
son las dos de la mañana
y a nadie parece importarle
que la princesa caramelo
en un momento de arrebato
inflame mi bragueta con su mano
en un principio a paso de tortuga
después
imponiendo un ritmo más apresurado
entretanto
baila la codicia en sus ojos
y hace una bomba de chicle
pocos segundos más tarde
tomándome del brazo
me conduce hacia los baños
para terminar con la boca lo que su mano ha iniciado
la princesa caramelo
en el espejo se está mirando
mientras
sin dejar de sonreír
la boca se sigue limpiando
«ay
estabas bien cargado
(se queda callada
y me desnuda con la mirada
sigue hablando)
te lo juro
tengo ganas de acostarme contigo
pero
eres mi primo-hermano
perdóname
sólo puedo»
se interrumpe
y hace una bomba de chicle
vamos
a los diecisiete años
uno cree tener la sartén por el mango
se cree uno muy chingón
pronto llegarás a la edad de tu mamá
y entonces
un día
los símbolos ausentes regresarán
y te abrirán la carne
y te llenarán de angustia
diciéndote
«ya no eres joven»
y sí
estarás vieja
amargada
con amigas chismosas
deprimidas
con varios kilos de televisión en el alma
con hijos pendejos
flojos
inmaduros
y besarás a tu esposo sin pasión
por eso
es mejor aprovechar de una buena vez
vamos a un hotel
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