Trois taches de rousseur
La comisura de tu boca semiabierta,
suave cordillera de terciopelo.
Tres lunares sonrientes, cuidadosamente
desalineados.
Una tos, una risa, y un moño apresurado.
Contrapicado.
Tres más son desvelados, en perfecta
asimetría.
Ventrículo, aurícula. 140 veces por minuto.
¿Qué?
Más risa, rápidamente ahogada.
Desliza, sujeta con fuerza.
Media vuelta en dos tiempos.
Compositor, suspiras. Indie, respondo, y
otra conversación interrumpida.
¡Oh, Apolo! Dionisio ha vuelto
a ganarte la partida.
Vuelta
Ya anduve en su momento este camino,
la vida florecía ante nosotros,
recorriendo sin prisa este sendero
como dos golondrinas en verano.
Y ahora que cansado lo desando
no acierto a soslayar ese recuerdo
que aviva el tiritar entre mis párpados,
vuelve un sabor a sal a mis mejillas.
Sigue tu negro pelo atrapado en mi córnea.
Brisa
Un momento de calma,
en medio de la tarde.
El vuelo de una mariposa
descoloca, como ciertas personas,
la serenidad del momento.
Sigues su tejer,
zarandeándose con suavidad,
como una sombra multicolor.
Sin hacer sonido alguno
te ha distraído.
Sin susurros, sin zumbido,
como quien entra sin llamar
volando los papeles del escritorio.
DeLorean
Qué raro es.
Puedes estar sentado
a la mesa, trabajando.
Lejos de casa, lejos.
Tan lejos como para sentirte perdido.
Pero basta con un olor
conocido, sorprendente,
en el que nunca te has fijado.
Basta para lanzarte atrás,
kilómetros en el tiempo,
a una minúscula habitación,
llena hasta los topes de color,
donde dos almas se confunden.
Basta para comer helados,
y reírse de la casualidad
que teje con lanas tan dispares.
Basta con un olor
para llenar huecos que no conocías,
pintar con todos los colores del viento,
y dejarte colgado de las sombras,
con lágrimas en el corazón.
Qué cortos son los viajes en el tiempo.
Trapo del polvo
Los días pasarán
grises, nublados, martes de marzo,
soplando el gélido viento de la rutina.
Pero no este momento
cuando por sorpresa y de repente
el metro londinense es París,
y todas las caras que me rodean
gritan Belleza.
No, este momento quedará,
siendo oasis en el desierto
implacable del calendario.
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