Saborea el día y la noche en el olvido, creando una imagen parcial con silbido, recrea tu mente y busca el sonido, quedándote quieto y sumergido.
Entonces abducido en el olvido, intenta reclutar un exacto contenido y una vez interiormente conseguido, incorpora el sentimiento y el sentido.
Nada más mezclarlo adecuadamente fluido, ten presente mantenerlo florecido. Vibrante, agradable y a medida colorido, pero nunca jamás, exteriormente compartido.
Quizás permanezcas un rato sorprendido, acostumbrando tu cerebro y cuerpo al olvido, sólo recuerda sacar a tiempo el aire comprimido y no añadir diferencias e ir a lo desconocido.
Almacena en tu cabeza todo lo aprendido, interpretando la magnitud del intenso olvido, seguramente extrañándote de lo sucedido y variando posibilidades para tenerlo concluido.
No desvaries y empápate del experimento vivido, saboreando el día y la noche en el olvido. De ti depende si mostrarlo o dejarlo escondido, pero eso sí no dejes de practicarlo, eso está prohibido.
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