Lo que no soy
No soy un hombre del amor,
a veces del trago,
mas no un borracho.
Tampoco soy de sensiblerías,
ni otro esclavo del ocaso
sobre un mar azul-plateado.
Me considero libre y melancólico,
de alma tinta como vino añejo;
un vestigio medio pérfido,
un bastardo excomulgado
que, con ropas del presente,
su pasado ha ocultado.
Soledad, mi musa
La soledad se cierne sobre la frialdad del día.
De tu piel de ilusiones me quedé con cenizas.
Te busqué, créeme que te busqué:
ahí, donde el alma hierve,
donde la paciencia es fuego
y el tiempo muerde.
En bosques de frases;
por mares de letras;
en campos de palabras,
y aun así no tuve suerte.
Perdí el sentido en bares de adjetivos;
me dejé seducir por adverbios lascivos;
deambulé perdido por laberintos descriptivos.
Hice de todo, lo juro, de todo por ti…
Y por más que quise no te pude escribir.
Pensamientos
Esta noche soy de mis pensamientos
como tantas otras.
Esta noche es de música fuerte, café cargado y
silencios.
Como flechas cruzan por mi mente
diferentes,
divergentes,
contradictorios,
horrorosos y hermosos.
Esta noche soy de mis pensamientos.
Los dejo correr libres
por la pradera de mi mente;
en páginas de libros y notas al pie se esconden.
A veces los encuentro
otras tantas se me pierden.
Esta noche al reino de los muertos pertenezco,
pues muertos están quienes se devanan en pensamientos.
Yo les doy mi vida
y, aunque me negara,
ellos me la quitarían.
Esta noche soy de mis pensamientos,
pero ellos no son de mí.
Infierno
Las voces en la oficina,
el tecleo del computador,
el sonido de hojas impresas,
el teléfono llamando desbocado.
Suspiros.
Café recién hecho,
olor a granos tostados;
tacones castigando la madera
parecen acercarse a mi oficina.
Así debe ser el infierno.
Gente común
Se levanta a las seis veinte
pone el matinal del trece en la tele,
la del clima dice que hoy
definitivamente no llueve.
Desayuna tostadas con mantequilla
y un café con demasiada sacarina.
Sale de casa a las siete.
Al paradero llega a las
siete y cuarto,
el cielo está gris y nublado,
pero de lluvia no hay rastro.
Toma la micro y pasa la Bip,
ya no le queda saldo.
Por más de una hora viaja parado.
Entretanto, el bus avanza
a punta de bocinazos y garabatos.
Primera parada:
un vendedor se sube,
un rapero se sube,
una mujer y su guagua se suben.
No importa nada,
pues hoy no caerá agua.
Baja del bus y camina como puede,
llega a la oficina justo a las nueve.
El conserje lo saluda,
la secretaria lo saluda,
el jefe lo saluda,
todos se saludan.
Prende el computador y escribe:
escribe, escribe y escribe.
No sabe qué escribe, pero lo escribe.
Mira por una ventana:
no ve llover nada.
Sale de la oficina a eso de las siete.
Las calles todas atestadas y heladas,
no se dan cuenta siquiera de que
gente como él las tienen tomadas.
Camina hasta el paradero,
toma la micro de regreso
y de nuevo la misma parodia:
regreso a pie por más de una hora.
Un vendedor sube,
un payaso y una vieja
a la madre y al rapero suplen.
Última parada:
a la vuelta no ha llovido nada.
A casa llega justo para la cena,
atraviesa hogares idénticos en miseria.
El vecino lo saluda,
un perro lo saluda,
su señora lo saluda,
todos se saludan.
Le sirven porotos y come:
come, come y come.
No sabe qué come, pero lo come.
Echa un vistazo afuera:
hoy será una noche seca.
Se va con su china a la pieza,
ella cansada le besa la frente,
cierran puertas, ventanas y ojos.
Esa noche ni en sus sueños llueve.
Tres de la mañana
¿Quién no es valiente a las tres de la mañana?
Cualquiera es rey de la galaxia
a las tres de la mañana;
cualquiera se declara
a las tres de la mañana;
cualquiera resuelve la vida
a las tres de la mañana.
¿Quién no es asertivo a las tres de la mañana?
Cualquiera renuncia
a las tres de la mañana;
cualquiera dice lo que piensa
a las tres de la mañana;
cualquiera manda
a las tres de la mañana;
cualquiera es un amante
a las tres de la mañana.
Un cobarde ebrio se abalanza tambaleante
sobre una mujer desilusionada,
a las tres de la mañana;
Una oveja temblorosa y trasquilada
imparte órdenes al aire,
a las tres de la mañana;
Un poeta autoproclamado y cínico
escribe versos de mierda,
a las tres de la mañana;
Un amante solitario y triste
hace el amor consigo mismo,
a las tres de la mañana.
A las tres de la mañana yo no soy mejor que nadie;
a esa hora me expreso, renuncio, escribo, grito, tiro o me suicido.
A las tres de la mañana vivo una fantasía en la que no me odio.
Por una hora.
Hasta que son las cuatro de la mañana.
Un trago más
Un trago de cerveza como cicuta en mi alma,
para olvidarte y matarte de mi cama.
Un exorcista que saque al demonio del amor,
con el que has invadido hasta mi último rincón.
Qué eres, quién eres.
No te conozco,
pero estás en el crepúsculo de otoño;
en las hojas caídas;
en un atardecer anaranjado;
en el resquebrajar de ramas
que se quiebran como huesos
bajo mis zapatos.
Un trago de cerveza ácida y barata,
para pasarte fácil por mi garganta.
Una golpiza en un callejón oscuro,
para así noquearme de tu mundo.
Dónde estás, qué buscas.
En mis sueños no eras más que sombra,
ahora un espectro;
un laberinto;
una trampa mortal
que poco a poco
me terminará por matar.
Un último trago dulce por tu vida,
que se lleva mi muerte y te deja inmaculada.
Para que otro idiota
te escriba borracho a las tres de la mañana.
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