Ya no sé
si tanta oquedad
creó suficiente ligereza
y dotase mi carácter
de transitoriedad.
Mi estela el viento arrastra,
desvanezco ante la contrariedad.
Sin embargo
huyo sin gracia
huyo pesado,
pues recuerdo amarga
tiempos pasados,
pensando,
en lo que pudo ser y no fue
a causa mía.
Huyo tanto,
pero no me culpo.
Mejor entristezco
cuando no se busca mi regreso
…
Otra amarga decepción
…
Pecho atribulado, exhalando hastío
Contemplo mi impedimento
de permanencia.
No me quedo.
No debería quedarme
y no me quedaré.
Quizá lo que sucede
mi control rebasa.
Quizá simplemente
NO PUEDO
y en mi configuración
cobardía y decepción
consecutiva y constante
como si fuere mi armonía.
Palidezco,
entristecida,
así mi pan del día.
El anochecer condolido
compadece mi salida
mi coloquial arremetida:
La Huida
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