Consejos de un vicioso
todo ser humano necesita un vicio para ser feliz,
yo tengo muchos; pero no me juzguen,
sólo trato de ser un poquito
más feliz que el resto, y por eso me gusta regalar un par
de consejos a quienes son escépticos
al tema.
bebe, bebe como si
no hubiese un mañana o
un ayer, como si cada gota de
alcohol fuera un sustento
esencial en tu vida, como si al emborracharte, este
cochino mundo fuera a cambiar totalmente;
o por lo menos un poquito.
folla, haz el amor, piensa que del polvo que
te eches con esa rubia,
dependerán tus siguientes mil
orgasmos, y toda tu descendencia que aún no llega.
fuma, da caladas interminables a esa
colilla de cigarrillo, tal vez en una de ellas, la
vida se alarga en vez de acabarse.
ve a los casinos, juega blackjack como un
ludópata empedernido,
haz la pequeña revolución más
grande de la historia,
gánale al sistema, y deja sin trabajo
al dealer de turno.
oh, enamórate, no tengas cuidado con ello,
ama con
la fuerza de la primera vez y la sensatez de la última,
jura amor eterno que
dure lo que tarda la luna en esconderse.
mastúrbate, ¿por qué no lo harías?,
complace a tus genitales tantas
veces al día como sea
necesario; pero por favor,
no pienses en la mujer que amas cuando llegues
al clímax, porque si aún quieres penetrarla
después de terminar, entonces eso significaría
que ella es la indicada.
huele cocaína, montañas interminables de
polvo blanco, deja que
tu corazón acelere sin frenos
por la autopista de la muerte, no
permitas que ningún moralista te detenga.
haz lo que tengas que
hacer; porque si te vas de esta vida
sin haber caído en el
infierno, no habrá cielo al que valga la
pena ir.
El asiento delantero de mi carro
podría quedarme todo el
día echado
en el asiento delantero de mi
carro.
podría decirle a mamá que
he salido a trabajar, y decirle a mi jefe que me
he tenido que quedar enfermo en casa;
para estar tranquilito toda la jornada laboral,
en el asiento delantero
de mi carro.
podría pasar días y noches leyendo
a Bukowski, Fante, y Hemingway;
riendo y llorando con ellos, y,
puede que, envidiando la vida de
Chinaski, Bandini y Santiago;
en el asiento delantero de
mi carro.
podría estar madrugadas
y atardeceres enteros, bebiendo
cerveza, vodka y ron, tomando casi cualquier cosa
que no sea whiskey con sabor a mierda,
y fumando tantos cigarrillos como mi
garganta y pulmones aguantaran,
en el
asiento delantero de mi carro.
podría durar
horas escuchando la radio,
disfrutando a Ludwig o tal vez a los Decadentes;
sufriendo con los locutores
que no saben nada sobre la música, y
mucho menos de la vida,
en el asiento
delantero de mi carro.
podría, tal vez, ser feliz,
porque nunca nadie me
molesta
en el asiento delantero de mi carro.
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