Allí estaba tapada en su cama llorando hace ya dos meses, su esposo había decidido dejarla en medio de la crisis de pandemia, se sentía sola, triste preguntándose como volvería a comenzar, ya tenía más de cincuenta años, por priorizar su exitosa carrera de gerente en una empresa en el extranjero, se descuido y fue infiel en variadas ocasiones. Sentía un vacío en el pecho que los medicamentos no le hacían efecto, quería remediar de algún modo los errores que había cometido pero su marido al enterarse decidió ponerle punto fin a su relación.

Juntos habían tomado la decisión de no tener hijos ni mascota, así que el silencio en esa gran casa de las Condes, se hacía cada vez más grande y solo se escuchaba el eco de las puertas al cerrarse y el golpecito de las ramas rosando las ventanas.

Se preguntaba como fue tan egoísta, de que le sirvieron sus posgrados y éxitos financieros, si había perdido lo más valioso su amor propio y hacia los demás, no recordaba cuantos hombres manipuló para alcanzar sus metas. Cuántas mentiras tuvo que tapar para mantener su estatus de mujer fina y adinerada, cuando por dentro se sentía tan vacía. Por el confinamiento no podía ir a ver a su madre y solo le quedaba comunicarse con ella mediante su celular que cuando no tenía carga se desesperaba y volvía a recordar su realidad otra vez.

Estaba tan desesperada que un poco incrédula y sarcástica hizo una pequeña oración: “Dios si realmente existes, entrégame paz en mi corazón”. Al terminar sus palabras a los pocos segundos sintió un alivio en su pecho tan grande que le dio ánimo para mantenerse activa todo el día y comer algo. Realmente sintió algo especial que le permitió sentirse bien por bastantes días. Cuando comenzaron las crisis de angustia por lo sola que se sentía volvió a orar un poco esperanzada “Dios has que mi madre venga a vivir conmigo en estos días necesito compañía” solo decir esas palabras le entregó tranquilidad y pudo dejar de llorar, terminando el día de mejor manera. Al pasar los días su madre la llama diciéndole si puede irse a vivir un tiempo para allá ya que muchos de sus vecinos están contagiados. Solo escucharla le basto para suspirar mirar al cielo y decir Gracias, esa misma tarde fue por su madre. Al llegar ambas se sentaron a tomar el té tenían tanto que conversar su madre en confesión le dice que ha orado mucho por ella y que quiere que juntas busquen más de Dios para afrontar toda la crisis que les aqueja. Esperanzada abraza a su madre con lágrimas en los ojos diciéndole, si mamá Dios es real y quiero conocerlo más. Entonces juntas hacen una breve oración: Dios ya sabemos que eres real, queremos conocerte. Las dos se quedaron tranquilas y sabiendo que pronto algo bueno les ocurriría, comenzaron a leer una vieja biblia que tenía guardada en las cajas de recuerdos. FIN

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS